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Bendiga a Dios

Foto del escritor: Marlon CoronaMarlon Corona

Actualizado: 5 feb 2019

Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre (Salmo 103:1).


Hay un asunto muy importante que hemos descuidado por mucho tiempo en nuestra fe en Jesús. La razón por la que los creyentes no reciben una revelación más profunda de Dios es porque no bendecimos al Señor. Puede que usted se pregunte cómo podemos atrevernos a bendecir a Dios.


En los salmos, podemos ver que David bendecía al Señor: “Bendice, alma mía, al Señor; bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmo 103:1-2).


Dios nos dice a través de David que él nos proveerá con todos los beneficios cada vez que lo bendigamos. En realidad, bendecir a Dios está directamente ligado con los beneficios que él nos otorga. Debemos bendecir a Dios, diciendo: “Dios Padre, te bendigo. Amado Señor Jesús, te bendigo con todo mi ser. Precioso Espíritu Santo, te bendigo con todo mi corazón”.


Cuando bendecimos a Dios, Él añade su gracia por medio del Espíritu Santo. En otras palabras, cuando bendecimos al señor, comprendemos la gracia de Cristo y recibimos la gracia de la sanidad, la abundancia y las riquezas de Dios, cada vez más.


En México somos reacios a decir palabras de alabanza y bendición, mientras que en Norteamérica fácilmente dicen a cualquier persona: “que Dios te bendiga”. Si continuamos negándonos a bendecir a otros, nuestra condición nunca cambiará. Por eso, los cristianos debemos hablar palabras de bendición a nuestros semejantes y compartirles así el gran amor que Dios nos ha otorgado. Nosotros somos la clave del cambio.


Cuando usted bendice a alguien, esas palabras nunca desaparecen. Seguramente, recibirá una doble bendición. En consecuencia, la persona que siempre dice palabras de bendición y alabanza tendrá una vida bendecida.


Sentimos gozo cuando escuchamos palabras de bendición. De la misma manera, Dios se agrada y se goza cuando lo bendecimos y lo alabamos. Esto es porque él también tiene personalidad. Y no sólo eso, sino que a cambio Dios nos devuelve una doble bendición.


Por lo tanto bendiga a Dios. Hable en voz alta y bendiga al Señor. Luego la rendición volverá a usted duplicada. Bendigamos a Dios en todo tiempo.



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