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Confiese la Palabra De Dios

Foto del escritor: Marlon CoronaMarlon Corona

"Diré yo a Jehová; Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré" (Salmo 91:2).

La gente suele decir frases como: “Esto es muy difícil para mí”, “Estoy muy fatigado”, “No tengo fuerzas para levantarme otra vez”.


Incluso, en muchas ocasiones, nosotros mismos, debido al fracaso, la frustración y el desánimo, nos encontramos hablando de la misma manera.

Pero lo cierto es que esta clase de expresiones nos atan y nos hacen esclavos de sentimientos destructivos. Además, esta clase de palabras no benefician en nada nuestra vida espiritual ni nos edifican.


Bajo el principio que el apóstol Pablo nos enseñó en Efesios 4:29, los cristianos debemos evitar esta clase de confesiones verbales.

Pablo dijo: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca”. Por eso, ninguna palabra destructiva, de auto-maldición degradación, debe salir de nuestra boca.

Aquellos que dicen que no pueden y que esto y aquello es muy difícil, en realidad no pueden lograr mucho ni pueden recibir milagros creativos de parte de Dios.

La clave para mover el mundo es confesar y hablar por fe. Confesar la Palabra de Dios consiste en decir: “Es posible en Cristo. Con la ayuda de Dios, sí puedo”.


Lo cierto es que la confesión positiva transforma el destino.


No solo debemos evitar hablar con un lenguaje corrupto, sino que debemos esforzarnos por confesar positivamente nuestra fe.

Las palabras que una persona dice con su boca, tienen una íntima relación con el tipo de vida que va a vivir dicha persona.

El apóstol Santiago nos dejó una tremenda lección sobre la vida y las palabras que brotan de nuestros labios.


Él declaró lo siguiente: “3 He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo.

4 Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere.

5 Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, !!cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!

6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” (Santiago 3:3-6).


¿Qué significado tiene lo anterior? En el versículo 3, Santiago comienza usando el ejemplo de los animales de carga.

Él dice que debido al freno que ponemos en la boca de los caballos, podemos también dirigir todo su cuerpo.


Después, dice que un gran barco, que es sacudido por el mar y por el viento, a pesar de todo, es

dirigido por un pequeño timón.

Finalmente, enlaza todo lo anterior con la frase: “Así también la lengua”. Es decir, algo similar sucede en relación a la lengua y la vida en general

En palabras sencillas, las palabras dirigen nuestra vida. Así como en el caso de los grandes animales de carga o los grandes barcos, la lengua dirige por completo la vida y el destino del hombre.


Aunque sea pequeña, puede jactarse, puede lograr, grandes cosas. Así como una pequeña chispa enciende un bosque, así también la lengua, por pequeña que sea puede lograr grandes cosas.

La cúspide de su enseñanza sobre la lengua se encuentra en el versículo 6, que dice: “La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación”.


Esto significa que si uno no cuida su lengua, esta hablará como motivada por el mismo infierno, trayendo destrucción y muchísimo sufrimiento.

Pero la frase que más nos impacta es la que dice que “inflama la rueda de la creación”.

¿Qué significa esta frase? ¿Qué quiere decir? Que la lengua afecta el curso de la creación. Es decir, la lengua tiene poder sobre la realidad, la vida y el destino.

Por esta razón, si alguien no cuida sus palabras, estas pueden volverse contra él y arruinarlo por completo.


Proverbios 18:21 dice: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”.

Esta no es una alegoría ni una metáfora. Es una realidad. Las palabras pueden crear vida o desatar la muerte.


Es por esta precisa razón que nuestra confesión debe cambiar de negativo a positivo, de muerte a vida y de maldición a bendición.

Debemos armarnos de un nuevo lenguaje. Debemos siempre decir que podemos lograrlo y que con Dios es posible. De otra forma no alcanzaremos nada.

¿Cuál es entonces la confesión que deben hacer los cristianos? Ahora, es importante aclarar que como hijos de Dios, no debemos ir por la vida diciendo cosas que no son ciertas o especulaciones nuestras. No.


Los hijos de Dios hemos heredado el Testamento de la Palabra de Dios, que es la Biblia, y a partir de ella, debemos confesar con nuestros labios.

La Biblia nos enseña a hacer tres confesiones principales. Una vez que hemos declarado con todo nuestro ser que Jesucristo es nuestro Señor y que nosotros somos de Él, entonces debemos confesar lo siguiente:


Primero, “Tengo esperanza en Dios”. El Salmo 91:2 dice así: “Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré”.


Tengo que hablar con esperanza, nunca con desesperanza. Yo creo que Dios hará un milagro en mi vida, que Dios responderá mis oraciones, que mi situación actual no es mi condición final. Yo tengo esperanza en Dios.


Segundo, “Mi Dios suplirá todas mis necesidades”. Filipenses 4:19 dice de esta forma: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.

Dese el principio, yo enseñé a la iglesia Ascender a confesar que en Dios, tenemos suplidas todas nuestras necesidades. Teníamos muchas carencias y estábamos en medio de muchos problemas, pero siempre confesamos que Dios era nuestro Proveedor. Y así ha sido hasta el día de hoy.


Tercero, “No tendré temor, Dios está conmigo”. (Salmo 118:6).


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