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Cree en los milagros

Foto del escritor: Marlon CoronaMarlon Corona

Hoy en día, muchas personas piensan que los milagros ya no existen y que Dios ya no obra entre nosotros de manera sobrenatural.

Por esta razón, son muchos los que viven vidas resecas como el desierto y pálidas como el otoño.

Sin embargo, negar los milagros de Dios es negar la soberanía y el poder de Dios.

Si pensamos que Dios ya no se inmiscuye en el mundo de hoy, fallamos y lo convertimos en un mero concepto frío y distante.

Lo cierto es que Dios todavía rige la historia, cumple sus promesas hechas a su pueblo y sigue dirigiendo el curso de la historia.

En Juan 5:17, el Señor Jesús dejó en claro que la obra de Dios que fue iniciada en el Antiguo Testamento, continua en nuestros días.


El pasaje dice de esta forma:


“Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”.


El Dios de antaño que separó las aguas del Mar Rojo, que alimentó a toda una nación en el desierto, y que derribó los muros de Jericó, es el mismo Dios de hoy y sigue trabajando junto a nosotros.

Muchos cristianos, aunque profesan conocer a Dios, en realidad en su mente viven como ateos.


Ellos dicen que Dios es real, que es bueno y que es misericordioso, sin embargo, se entregan a una mente limitada.


En sus pensamientos no creen que Dios pueda obrar en sus circunstancias.


Mis amados, Dios no quiere que vivamos de esta forma.


Él quiere que nos convirtamos en personas de fe que y que tengamos un corazón que cree que los milagros pueden suceder.

Este es un paso sumamente importante que cada creyente debe dar.


Debemos convertirnos al pensamiento que dice:


“Dios obrará en mi vida. Él irrumpirá en mis circunstancias. Él actuará. Él hará”.


Este era el pensamiento del salmista cuando dijo:


“Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”.

¿Qué significa este pasaje?


Encomendar significa dejar en manos de, o pedir a alguien que haga algo en lugar de nosotros.


El salmista dice: “Déjale la situación a Dios. Pídele que Él lo haga por ti”.

Después, nos invita a confiar en Él.


Pero esta no es una fe ni una confianza teórica.


Se trata de una fe viva, una certeza de que Él puede hacer.


En otras palabras, es creer que los milagros existen y pueden tener lugar en nuestra vida.


Como consecuencia, el salmista declara: “Dios hará”.


Mis amados, si nosotros nos convertimos a la fe de los milagros, ponemos en manos de Dios nuestra vida y nos apoyamos en Él, entonces, algo asombroso sucederá.

Les pido que no vivan con una mente terrenal, atada a las circunstancias negativas.


Les pido que no piensen que es imposible.


Tenemos que comenzar a decir con fe que “Con Dios, es posible”.


En otras palabras, nuestros pensamientos deben ser un eco de los pensamientos de Dios.

Cuando una persona sube a una montaña y grita con todas sus fuerzas, podrá escuchar un sonido de eco regresando a ella.

Lo mismo sucede con el Señor.


Él nos ha dado su Palabra desde el cielo para ser oída y recibida por los hombres.


Dios espera que nuestra mente responda como un eco a su poder, a su gracia y a sus obras poderosas.


Para contemplar milagros en nuestra vida, primero debemos distinguirnos por tener pensamientos correctos.


Hoy muchas personas piensan fracasadamente y por eso, quedan atrapadas en el negativismo de la realidad.

No obstante, si tú siempre tienes pensamientos correctos, los pensamientos de la Palabra de Dios, entonces tu vida dará un asombroso giro.


Nuestros pensamientos deben resonar con los pensamientos de Dios.


Dicho de otra forma, nuestros pensamientos deben ser un reflejo de los pensamientos del Dios Soberano.


Mira con cuidado el caso de Abraham, el padre de la fe.


Está escrito en Hebreos 11:17-19 lo siguiente:


17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito,

18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia;


19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir”.


El pensamiento de Abraham de que Dios podía levantar a los muertos, fue un eco de Dios, quien en realidad podía resucitar a los muertos.


Por eso, Abraham fue capaz de colocar a su único hijo sobre el altar para ser sacrificado, de acuerdo con la orden que Dios le había dado.

Él no mantuvo en su corazón el pensamiento pesimista de que todo estaba perdido, de que Dios se había olvidado de Él y de que ya nada se podía hacer.


Él mantuvo un pensamiento de fe en los milagros y las obras poderosas de Dios.


Cuando pensamos desde el punto de vista de nuestros sentidos, conocimiento y realidad, quedaremos atrapados en una confusión terrible.


La duda y la inseguridad nos asaltará.


No obstante, Abraham, quien es nuestro ejemplo de fe, no fue sacudido por sus pensamientos y experiencias, sino que obedeció completamente a Dios y mostró una creencia firme y absoluta de que Isaac viviría otra vez.


Como resultado, el Todopoderoso detuvo a Abraham antes de sacrificar a su Hijo y lo bendijo grandemente, ¿por qué?


Porque sus pensamientos fueron un eco de los de Dios.


Mi amado, si siempre estás lleno de pensamientos negativos, estos mismos no te dejarán avanzar.


Dios solo obra en aquellos que piensan: “Sí, esto es posible. Puede hacerse si Dios me ayuda”.


Por lo tanto, tenemos que deshacernos de una mentalidad terrenal, y debemos ascender a la mentalidad celestial.


No debemos pensar que Dios ya no obra en el presente.


Recuerda que el Señor dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17).


El Señor Jesús sigue obrando entre nosotros el día de hoy.


Si tú piensas que los milagros no existen, entonces los milagros no podrán tener lugar en tu vida.


Un día, el reformador Martín Lutero se sentía muy frustrado y desanimado.

Debido a la persecución tan derribe por parte de la iglesia tradicional y al no ver la respuesta que esperaba de parte de la gente, su ánimo comenzó a decaer.

Al verlo, su esposa se puso un traje de luto y vino ante él. Entonces le dijo:


“Esposo querido, me temo que Dios ha muerto”.


Al oír estas palabras, Martín Lutero le dijo:


“¿Qué blasfemias son esas que dices? ¿El Dios eterno ha muerto? ¡No debes decir tal cosa ni siquiera en broma”.


Su esposa, se sentó a su lado y le dijo:


“Entonces, ¿por qué estás tan deprimido y desanimado como si Dios estuviera muerto y como si Él ya no existiera para intervenir en tu misión?”

Después de escucharla, Martín Lutero comprendió la verdadera intención de las palabras de su esposa, y se arrepintió de su necedad y comenzó a trabajar con fuerzas renovadas.


A veces, nosotros también nos frustramos y nos desanimamos por la situación que estamos viviendo.


Pensamos que es imposible que Dios obre y que haga un milagro en medio de nosotros.


Pero es ahí en donde debemos tomar una decisión de fe.


Debemos elegir entre tener una mente terrenal, marcada por el negativismo, o tener una mente que cree que los asombrosos milagros de Dios tendrán lugar.


Analiza las palabras del Señor Jesús.


Por lo regular, cuando realizaba un milagro, Él solía decir:


“Conforme a vuestra fe os sea hecho” (Mateo 9:29).


¿Has pensado alguna vez en el significado de estas palabras?


Si esperas un milagro, primero debes tener fe en cuanto a la realización de esa obra asombrosa.


El asunto estriba en que la fe emana de los pensamientos.


Solo cuando llenas tu mente con la Palabra de Dios y conoces al Dios bueno, la puerta de los milagros se abre.

Yo te animo el día de hoy a pensar que es posible, que en Dios los milagros pueden suceder.


Recuerda que Cristo, por medio de su sangre, limpió nuestros pecados y nos reconcilió con Dios, retirando de nuestras espaldas la opresión del pecado.

Por eso, ahora que eres hijo de Dios por la fe, tú puedes esperar grandes milagros en tu vida.


¿Por qué no le pides al Señor el día de hoy que te ayude a creer en los milagros? ¿Por qué no le pides una mente sencilla, que espera ver su obra?


Dios te ayudará a creer que los milagros existen todavía y que Él obra e interviene en la historia del hombre.

Toma la decisión de creer que los milagros pueden suceder en tu vida.


Entonces, Dios te bendecirá y obrará.




 
 
 

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