Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron (Romanos 5:12).
La mayoría de las personas hemos perdido a un ser querido. La gran mayoría, sino es que todos, hemos dicho “adiós” a una persona cercana a nosotros. Este hecho solo confirma que, en efecto, la muerte existe. Por obvio que parezca, debemos confirmar que, desde luego, todos mueren y la vida de todos en realidad es como dice la Biblia: “…” (Salmo 103:15-16).
Si verdaderamente los hombres mueren y nosotros hemos de morir algún día, entonces, ¿qué es la muerte? ¿Qué hay después de esta vida? ¿A dónde van las almas de los hombres al partir de esta tierra? La humanidad ha tratado de responder a esta pregunta. Sin embargo, aún los mejores esfuerzos han sido como el ciego que palpa un elefante y trata de describir lo que siente.
La muerte está más allá de nuestro alcance y la única manera en la que podemos llegar a comprenderla es si Dios nos revela qué sucede al partir de este mundo. De otra manera estamos ciegos al respecto. No obstante, Dios ha hablado al respecto de este tema. Él no se ha quedado en silencio sino que ha revelado el destino eterno de la humanidad.
Lo que ha distinguido al cristianismo a lo largo de la historia, del resto de las religiones de este mundo, es su visión tan única y esperanzadora acerca de la muerte y la eternidad. En este mundo existen muchas religiones. Todas ellas adoptan una postura basándose en sus líderes religiosos y las opiniones culturales.
Por ejemplo, existe una secta hereje que enseña que al morir, el alma de las personas queda en un profundo sueño inconsciente. Otra religión enseña que al morir, las almas quedan errantes en el mundo y vagan por la tierra. Una más enseña que después de esta vida, las personas reencarnan en en diversas especies.
Todas las religiones tienen su propia concepción de la muerte y lo que hay después de esta vida. Sin embargo, ¿qué es lo que creen los cristianos y por qué su visión de la eternidad es tan única? Permítame explicarle.
La fe del cristianismo se apoya totalmente en el evento de la resurrección de Cristo. Hasta ahora, la única persona que murió y tuvo poder para volver del otro lado de la tumba es Jesucristo. Por consiguiente, solo Él tiene la autoridad universal y moral para enseñar y hablar acerca de la muerte.
Mire, como maestro de la Palabra de Dios y predicador, yo tengo la responsabilidad de decirle a mis oyentes la información tal y como esta es. Si conozco sobre un tema, puedo hablar hasta el punto en el que mi entendimiento llega. Y si hay algo que no sé, debo decirle sencillamente a mis oyentes que no lo sé.
Algo similar sucede con el tema de la muerte y la eternidad. Jesucristo, fue crucificado y murió en agonía. Después, fue sepultado por José de Arimatea. Estuvo 3 días en el sepulcro hasta la madrugada del domingo en que resucitó y la roca que cubría su sepulcro fue removida.
Solo quien tiene el conocimiento y la experiencia puede determinar la información de un tema. En este caso, solo Jesucristo, quien resucitó puede testificar sobre la muerte y la resurrección. Por eso, solo Él tiene la autoridad universal para definir tal tema. Ni Buda, ni Maoma, ni Confucio, ni Aristóteles se levantaron de la tumba. Mi responsabilidad no es hablar a partir de mis imaginaciones sino a partir de lo que el Único ha testificado.
Para los cristianos, la concepción de la muerte y la eternidad debe apoyarse totalmente en las enseñanzas de Jesucristo y en lo que Él reveló a sus apóstoles. Tratar de conocer sobre este tema basándonos en las opiniones de líderes políticos y religiosos es ir contra la razón. Es como preguntarle a un niño de preescolar su opinión sobre el comercio mundial y la bolsa.
En la Palabra de Dios que es la Biblia, encontramos suficiente información sobre la muerte, sus causas y alcances. Sobre la resurrección y la eternidad. Entonces, ¿qué es lo que la Biblia enseña sobre este tema?
Primero, el apóstol Pablo habló acerca de las causas de la muerte: “…” (Romanos 5:12-14). De acuerdo con este pasaje, la muerte vino como resultado directo del pecado. En este pasaje, la muerte se refiere tanto a la muerte espiritual, que es la separación de Dios, y a la muerte física.
El mundo secular piensa que la muerte es parte del orden natural de las cosas, mientras que los cristianos reconocemos que la muerte es parte del orden caído.
En el principio, el hombre fue creado como un ser completo y perfecto. El destino del hombre no era la muerte sino que, como ya hemos visto, claramente es el resultado del pecado. Entonces, ¿qué sucede cuando una persona muere?
Algo que no debemos confundir es lo que la Biblia enseña al respecto de la muerte. En 1 Corintios 15:20, como en otros pasajes, para referirse a la muerte se usa la palabra “dormir”. De ahí que algunos herejes hablen de un estado de inconsciencia o de sueño. Pero la palabra dormir es “reposo” o “descanso”. Los apóstoles usaron esta palabra para referirse a los que, en sentido figurado, se habían acostado en la tumba y ya estaban en la presencia de Dios, descansando de todas las obras de este mundo.
Mi abuelo fue pastor por muchos años. Hacia el final de su vida, él solía decir: “Quiero que en mi funeral canten himnos y que estén gozosos”. Y de hecho, escogió los himnos que quería que se cantaran. Entre ellos “Cuán grande es Él”.
El día de su muerte, vinieron personas que lo habían conocido y que él había pastoreado, pero en lugar de escucharse lamentos, llantos y tristezas, se cantaban himnos de gozo y alegría. Varias personas, en el servicio memorial, estaban admiradas porque cantábamos con entusiasmo. La razón de todo esto es porque miramos las cosas con los ojos de la fe y la esperanza, basados en las promesas de Dios.
El Señor Jesús explicó claramente que, al morir, la persona va al lugar de descanso o al infierno (Lucas 16:19-23). De acuerdo con la Biblia, los pecadores van al Seol, que en griego es la palabra “infernos” que traducimos como “infierno” (Salmo 9:17). Algunas palabras que se usan como relativos de esta son Hades o Ghena.
Los hijos de Dios, al partir de esta tierra, tenemos la promesa de estar con Él para siempre. Al criminal que estaba a su lado el día de su crucifixión le dijo: “…” (Lucas 23:43). Además, Pablo decía que su deseo era partir de este mundo para estar con Cristo (Filipenses 1:23).
La decisión acerca del lugar al que usted irá después de esta vida, se toma en esta tierra. Por eso, hoy es el día de arrepentimiento y salvación. Si hoy cree en Jesucristo, su eternidad está asegurada a su lado. Mas recuerde, “Los malos serán trasladados al Seol”.
Haga esta oración conmigo.
Dios y Padre celestial, reconozco que mi vida es frágil como la hierba y breve como un suspiro. Sin embargo, Tú me has dado la oportunidad e escuchar tu mensaje de salvación y esperanza. Por medio de tu Hijo Jesucristo. Al creer en él y confesarlo como mi Señor y Salvador, voy camino a la eternidad de vida, al cielo preparado por ti.
Ayúdame a vivir una vida que te agrade y te honre, una vida de obediencia y fe. Que ya no viva mirando hacia la tierra sino contemplando la eternidad y la vida venidera. En el nombre de Jesús. Amén y amén.
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