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El crecimiento y las adversidades

Foto del escritor: Marlon CoronaMarlon Corona

"Irán de poder en poder; Verán a Dios en Sion." (Salmo 84:7)


Cierto día, un hombre se acercó a Juan Calvino y le preguntó: “¿Cómo sé si soy un cristiano genuino?” Él respondió de una manera sencilla: “Dime, ¿cuánto has crecido en la gracia y en el conocimiento de Dios el último mes?” Esto quiere decir que el crecimiento y la madurez son marcas distintivas del verdadero cristianismo.


Como hijos de Dios que hemos nacido de nuevo, no podemos dejar de crecer, de aprender y de madurar. La verdad es que nadie comienza la vida cristiana sabiendo todo acerca de Dios. Sin embargo, todos debemos esforzarnos por crecer y madurar en la fe.


De poder en poder


Hubo un joven de nombre James, que desde temprana edad tuvo que trabajar para ayudar a su madre, la cual era viuda. Cuando tenía 19 años encontró trabajo en la finca de un granjero que era muy prospero, el señor York, y al ser contratado por él comenzó a vivir en el polvoriento granero donde se almacenaba la comida.


Sucedió que mientras trabajaba en la finca, James se enamoró de la hija del granjero. Por tal motivo, se acercó a él y le dijo: “Señor York, estoy enamorado de su hija y quisiera tener su permiso para visitarla. Voy a trabajar duro para poder casarme con ella”.

Con el ceño fruncido y una voz áspera, el señor York le respondió: “¿Qué puedes ofrecerle tú a mi hija? No posees dinero, ni reputación ni futuro. Tengo mejores planes para ella. Por lo tanto, mi respuesta es: No”.


Muy desanimado y con un sentimiento de humillación, James recogió sus pertenencias y se marchó al final de la cosecha.


Una mañana, cuando habían pasado varios años, el señor York decidió derribar el viejo granero donde el joven James había dormido mientras trabajaba para él. Fue grande su sorpresa cuando vio que una en una de las vigas estaba escrito el nombre: “James Abram Garfield”.

No pudo decir ni una sola palabra a causa del asombro, pues en ese momento James Abram Garfield era el presidente de los Estados Unidos. Se quedó petrificado, pensando que su hija pudo haber sido la primera dama del país.


¿En qué se equivocó el señor York? No se equivocó al decir que James era un pobre que no tenía dinero ni fama en aquel momento. Pero se equivocó al pensar que siempre lo sería.


En ocasiones, nos volvemos nuestro propio señor York. A veces, nos desanimamos y nos frustramos ante las limitaciones presentes y ante los aparentes fracasos y tropiezos que experimentamos en la vida cristiana. Caemos en el conformismo y adoptamos una actitud de derrota solo porque las cosas no salen de acuerdo a nuestro plan, en el primer intento.

Al igual que el señor York, nos equivocamos pensando que las cosas siempre serán como son ahora. El error consiste en pensar que siempre estaré en el mismo lugar y que nunca podré

crecer.


Debemos comprender que la comunión con Dios nos llevará al crecimiento. Pero a su vez, la vida

cristiana es un constante arriba y abajo. Esto quiere decir que a veces hay buenas temporadas mientras que en otras ocasiones hay temporadas difíciles. Sin embargo, el triunfador es aquel que aprende a ir de fracaso en fracaso sin desanimarse.


El Salmista describió la dinámica de la vida cristiana cuando dijo en el Salmo 84:5-7 lo siguiente: “5 Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos. 6 Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, Cuando la lluvia llena los estanques. 7 Irán de poder en poder; Verán a Dios en Sion”.


Esta última parte (irán de poder en poder) es fundamental para dos cosas. Primero, para comprender que nuestro caminar con Dios y la vida devocional nos llevarán al crecimiento en todas las áreas de nuestra vida. Esta frase significa: “Cada vez serán más fuertes” o “Cobraran más fuerza” según lo traducen la BLA y la NVI. Segundo, para que aprendamos que el

crecimiento exige y demanda esfuerzo, tiempo y voluntad.


Cuando una persona se propone caminar con Dios, irremediablemente crecerá y alcanzará la madurez en la fe. Sin embargo, tal crecimiento no viene de manera sencilla, con poco o ningún esfuerzo. No.


Es importante comprender que Dios desea nuestro crecimiento, pero el hecho de crecer es algo que muchas veces causa dolor y nos lleva al límite.

De la misma manera como una semilla, antes de convertirse en un árbol, primero es sepultada en la tierra fría en donde permanece en oscuridad, así también, en la vida cristiana, muchas veces nuestra vida espiritual parece estar sepultada y llegamos a sentirnos desanimados y frustrados.


Al igual que la semilla tiene que luchar para brotar, nosotros tenemos que perseverar y batallar para poder brotar en la fe.


La mayoría de nosotros estamos relacionados con la representación del Salmo 1:3 que dice: “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará”. Y nos sentimos atraídos a pensar en esto.


No obstante, a menudo perdemos de vista algo muy importante. La Biblia no dice que “somos” árboles plantados junto a la corriente de las aguas, sino que “seremos”. ¿Qué significa esto? Que para ser un árbol como el del Salmo 1, primero tenemos que atravesar todo el proceso de crecimiento.


En el Salmo 84:7, en la Nueva Versión Internacional, dice así: “Según avanzan los peregrinos, cobran más fuerzas, y en Sión se presentan ante el Dios de dioses”. Esta es una verdad que debemos aprender y conservar en nuestro corazón.


La vida de fe es un “avanzar” continuo. Vendrán dificultades, negativas, adversidades, pero todo ello servirá para crear una firme y creciente determinación en las cosas de Dios.


Todavía no he leído la biografía de un hombre de fe genuina que nunca haya experimentado fracasos y desánimos en la vida. Todo lo contrario. Parece ser que las circunstancias negativas que enfrentaron los grandes hombres de fe les forjaron el carácter y la determinación.


Sepa que Dios, quien lo ha llamado y lo invita a tener comunión con Él, le llevará al crecimiento y a la madurez en la fe. Sin embargo, usted tendrá que estar dispuesto a luchar y sobreponerse con la gracia de Dios a las dificultades que aparezcan su camino.


Por lo tanto, para crecer hay que aprender a superar las adversidades con la gracia de Dios. 1 Corintios 10:13 dice así: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.


Hebreos 11:33-34 declara: “33 que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, 34 apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros”.


Por lo tanto, tenga en mente que el crecimiento es algo natural en la vida cristiana. Aunque se tengan que superar desaciertos y tropiezos. No se desanime ni se rinda. La gracia de Dios que nos llamó a tener comunión con Él, es la misma gracia que nos sustentará en medio de las adversidades de esta vida. Dios le bendecirá y le mostrará una senda radiante de bendición.



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