Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6).
Una de las luchas más grandes que llegamos a experimentar es contra el sentimiento de abandono, de soledad y decepción. Aun los que corremos en la carrera de la fe no podemos evitar atravesar por esos momentos. Incluso llegamos a pensar que Dios nos ha abandonado.
Sin embargo, debemos enfrentar esas sensaciones, que quieren convencernos de ser reales, con la Palabra de Dios. Hay que tener convicción en la Escritura cuando dice: "No te desampararé ni te dejaré" (Hebreos 13:5).
Mayormente, el sentimiento de soledad y abandono se manifiesta cuando atravesamos un momento de dificultad y de crisis. La Palabra de Dios nos dice: "Hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos. Entonces clamaron a Jehová en su angustia, y los libró de sus aflicciones" (Salmo 107:5-6). Y también añade: "Los dirigió por camino derecho, para que viniesen a ciudad habitable. Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Porque sacia al alma menesterosa, llena de bien al alma hambrienta" (v. 7-9).
En la carrera de la fe no debemos olvidar la promesa de que Dios está con nosotros, a nuestro lado para ayudarnos y fortalecernos. Debemos recordar su promesa de estar con nosotros hasta el fin del mundo (Mateo 28:20).
Dios nos devuelve el aliento, nos impulsa y nos levanta para que podamos continuar en la carrera y no desmayemos. Aquellas personas que esperan en las promesas de Dios y que confían en Él son los que pueden sobreponerse al dolor, y vencer.
Con Dios lo tenemos todo, El nos impulsa a seguir adelante, nos levanta cuando caemos y se apiada de nosotros que somos sus hijos; por lo tanto nos sentimos confiados y podemos sobreponernos a cualquier situación adversa. Saludos Pastor