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El remedio de Dios para nuestra vida

Foto del escritor: Marlon CoronaMarlon Corona

"Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre" (Salmo 16:11).

Aunque vivimos en un mundo tecnológico y en una sociedad moderna, son pocos los que han logrado encontrar una paz verdadera y un gozo fresco que les brinde entusiasmo y esperanza para vivir.


El hecho de que alguien posea riquezas, tenga éxito en los negocios o sea famoso, no equivale a que sea verdaderamente feliz. Entonces, ¿cómo podemos lograr esa paz y ese gozo que tanto anhela nuestro corazón? La clave consiste en llevar una vida sencilla delante de Dios.


El secreto de una vida sencilla


Pero, ¿qué significa llevar una vida sencilla? No me refiero a una vida insípida, sin alegrías y sin emociones. No. Una vida sencilla es el arte de vivir delante de Dios, buscando su rostro y, a su vez, dejando a un lado los caminos que nos llevan a la infelicidad.


En pocas palabras, una vida sencilla es mantener los ojos puestos en el Señor Jesús, quien es el Autor de la vida y vencedor de la muerte, mientras renunciamos al odio, al temor, a la culpa y a una mentalidad de inferioridad y auto-rechazo.


Dios nos llama a llevar este estilo de vida. Él nos dice en Hebreos 12:1-2: “Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”.


¿Qué quiere decir lo anterior? Que Dios nos llama a dejar el pecado, la amargura y el estilo de vida de autosuficiencia, para despojarnos del peso que nos asedia. ¿Cuál es ese peso? Precisamente es el temor, el rencor, la culpa y la inferioridad.


Estos males que acabo de mencionar, cuando están presentes en nuestra vida, amargan nuestra existencia y nos arrastran a la infelicidad. Por ende, debemos mantenernos alertas y no dejarles entrar a nuestra vida.


Un antiguo relato cuenta que un árabe viajaba con su camello a través del desierto. Cuando la noche cayó sobre ellos, el hombre levantó su tienda, amarró al camello y se fue a dormir.

Entrada la noche, cuando el frío se hizo más intenso, el camello metió su cabeza en la cama: —Maestro —susurró—. ¿Podría meter mi nariz dentro de la cama? Hace mucho frío afuera. —¡Por supuesto! —respondió el hombre.


Al poco rato, el camello nuevamente asomó la cabeza dentro de la cama. —Disculpe, mi señor, pero el frío es ahora más intenso. ¿Podría meter toda la cabeza? Al hombre no le quedó más remedio que aceptar.


Al poco rato, el camello lo despertó de nuevo. —Mi amo, si no introduzco mis patas delanteras mañana no podré hacer el viaje. —Está bien —respondió el hombre de mala gana—. ¡Pero no más que eso!


Dice el relato que el camello no molestó más aquella noche. Cuando amaneció, el animal estaba dentro de la cama, y el hombre estaba afuera de la tienda de dormir.


Algo parecido ocurre en la vida espiritual. Si permitimos un poco de rencor en nuestro corazón, un poco de ansiedad en nuestra mente, una pizca de culpa o un granito de inferioridad en nosotros, estos males, eventualmente, dominarán nuestra vida.


En caso de que alguno de estos males se encuentre en nuestro corazón, tenemos que echarle fuera en el Nombre de Jesús, renunciar a ese mal y convertirnos al Señor.

Una vida sencilla delante de Dios es una vida libre de la cadena del rencor, libre de la opresión del temor, libre, además de la cárcel de la culpa y libre de los lazos de una mentalidad inferior que se auto-rechaza.


Un hombre que logró encontrar esta vida sencilla, y como resultado la felicidad, es David, el salmista. Él le dijo al Señor: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:11).

Hay una medicina milenaria que es capaz de curar cualquier enfermedad, sea física, mental o emocional. A esta medicina se le conoce como “el curalotodo”.


Dicha medicina está compuesta por varios elementos y se caracteriza por curar enfermedades que la medicina moderna no puede curar. Además, quien la toma, puede mejorar su sistema inmunológico y puede llevar una vida más saludable.


Esta medicina, sin embargo, no se puede adquirir en las farmacias ni se puede comprar en el mercado, ya que cualquier persona puede prepararla en forma casera, debido a que los elementos de elaboración están al alcance de todos.


A continuación, permítame revelarle la receta de este fabuloso medicamento llamado “el curalotodo”. Por favor, preste mucha atención. La receta es la siguiente:


- Reduzca el nivel de avaricia.

- No guarde ninguna clase de celos o envidia.

- No se irrite ni se enfade.

- No conciba malos pensamientos.

- Haga lo que le ha sido concedido, y hágalo bien.

- Guarde distancia de los deseos carnales.

- No maldiga, sino bendiga con sus labios.

- Sea transparente y honesto.

- Mantenga su mente limpia.

- Ame sin reservas.

- Aprenda a mantener la calma.


Es un medicamento interesante, ¿no lo cree? Si usted comienza a tomar esta medicina diariamente, puede ser curado de cualquier enfermedad, no importa cuan avanzada esté.

Lo interesante, es que este medicamento fue recetado por el apóstol Pablo hace cerca de dos mil años en su carta a los Efesios. En palabras del apóstol, leemos lo siguiente en Efesios 4:25-32:


25 Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.

26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,

27 ni deis lugar al diablo.

28 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.

29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.

30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.

31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.

32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.


Este es el curalotodo bíblico. Precisamente, todo lo anterior se refiere a una vida sencilla que trae felicidad, devuelve el gozo, brinda esperanza y cura toda enfermedad.

Durante esta semana, quiero invitarlo a que descubramos juntos el curalotodo que Dios nos revela en su Palabra. Cuando comenzamos a aplicar estos pasos en nuestro andar diario y llevamos una vida sencilla, nuestra mente comienza a abundar de la Paz del Señor.


Si nos alejamos del pecado, del mundo, de la avaricia y nos acercamos al prójimo en servicio al Señor, nuestras vidas comenzarán a tener el brillo celestial.

Acompáñeme durante esta semana y preparemos junto al Señor este remedio milenario que resuelve los problemas de la vida, cura la mente, el corazón y el alma, y nos devuelve el entusiasmo por vivir. Que Dios le bendiga.



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