En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová; escudo es a todos los que en él esperan (Salmo 18:30).
Una de las necesidades más urgentes de nuestros días es la identidad y la seguridad. Una persona que carece de identidad, es decir que no sabe quien es, ni de dónde viene, ni a dónde va, es una persona que sufrirá como un barco que naufraga en alta mar. Y de la misma manera, una persona que no tiene seguridad y firmeza en su interior, se desmoronará ante las negativas de la vida.
Hoy en día, el más alto índice de suicidios se encuentra entre las personas que no supieron definir su identidad. Al carecer de ese sentido de identidad, se perdieron a sí mismas, perdieron toda esperanza y se quitaron la vida. Pocas cosas son tan destructivas como la falta de identidad.
Recientemente, se publicó la noticia de un hombre en España que, motivado por la ideología de género, decidió cambiar su identidad sometiéndose a una cirugía muy riesgosa. El proceso del cambio tomó cerca de dos años. Este hombre incluso cambió su nombre por el de una mujer.
El día en que finalmente fue dado de alta, fue a su apartamento y al mirarse en el espejo se dio cuenta de que había cometido un terrible error. Mientras se miraba a sí mismo se despreciaba. Sin embargo, era demasiado tarde. Este hombre había mutilado su cuerpo, había ingerido hormonas del sexo opuesto y había aprendido a vivir como alguien que no era.
Fue tanta la confusión generada por esta alteración que comenzó a odiarse a sí mismo. Al buscar ayuda, descubrió que las leyes de su país solo están a favor de aquellos que quieren cambiar su identidad por la del sexo opuesto. Sin embargo, si alguien quiere volver a su sexo original, no hay apoyo ni una ley que lo ampare.
Ante su realidad, escribió en su diario: “Me repudio. Me odio a mí mismo. No sé quien soy. Lo único que sé es que la muerte es la única salida posible”. Al día siguiente, se suicido arrojándose a las vías de un tren que pasa a toda velocidad.
La falta de identidad es un mal que destruye al hombre desde adentro. Y quien no conoce su identidad morirá lentamente en su interior. La rutina lo desgastará hasta acabar con todo ánimo ya anhelo por salir adelante.
¿En dónde podemos encontrar nuestra identidad? ¿Quién puede darle al hombre un sentido de pertenencia, de seguridad y de confianza? Francamente hablando, estas cosas no se encuentran en una búsqueda interna o en una exploración de nosotros mismos.
Tanto la ideología de genero, como la meditación trascendental o las religiones que exaltan el humanismo y la filosofía han fallado en proveerle al hombre la identidad y la seguridad que tanto necesita para vivir.
Tenemos que reconocer que el único lugar en el que podemos encontrar una clara identidad y una fuerte seguridad para vivir, es el lugar en donde nos encontramos con Dios. Es decir, aquella persona que llega a conocer al Dios de la Biblia, quien es el Creador del universo, en realidad, encuentra la razón de vivir y se vuelve un ser fuerte en Dios.
Debemos tener una idea sublime quien de Dios. Solo una comprensión grande de Dios producirá en nosotros una experiencia de paz grande, satisfacción grande y consuelo grande. Sin embargo, el que piensa en un Dios pequeño, débil y tímido, nunca podrá superar una condición desesperante. Solo quien ve la grandeza de Dios puede descubrir quién es y por qué vivir.
Leyendo la Biblia, descubrimos que uno de los hombres que mejor caracteriza esa identidad en Dios es David, quien fue rey de Israel. Sin embargo, esa identidad de la que estamos hablando no es una conciencia cada vez mayor de nosotros mismos. En realidad es una conciencia mayor, cada vez más, de quién es Dios.
Pensemos un momento en cómo veía el rey David a Dios y aprendamos de él. David escribe en el Salmo 18:30-31 lo siguiente: “…”. La seguridad y la identidad de David venían de contemplar a un Dios perfecto, que por ende, tiene un camino perfecto. A Dios nada se le puede añadir pues está completo. Dios nada puede aprender pues lo conoce todo.
La expresión “perfecto es su camino” significa “El camino de Dios es el camino por excelencia. No hay un mejor camino en la vida”. Eso tiene mucho sentido. Si Dios es perfecto, es pleno, entonces su visión de la vida es la más elevada, la más refinada y la más pura para el hombre.
David estaba seguro, no en sí mismo, sino en la Palabra de Dios. La expresión “Acrisolada (es) la Palabra de Jehová” significa “La Palabra de Dios me perfeccionará, me guiará, me encaminará, y me dará felicidad”. Para tener una fuerte identidad y seguridad, primero debemos aceptar la Palabra de Dios en nuestro corazón como nuestra filosofía de vida y como el parámetro de vida que hemos de seguir.
De una manera asombrosa, cuando comenzamos a ver a Dios de esta manera por medio de la revelación del Espíritu Santo, comenzamos a sentir esa protección y seguridad que Dios garantiza a los que le aman. David dijo: “Escudo es a todos los que en él esperan”. Esto significa “Él guarda a los que le buscan y le aman”.
La persona que quiera encontrar su verdadera identidad y por ende, quiera encontrar fortaleza y seguridad mientras vive, tiene que venir a Dios, el dador de la identidad, y debe tener un encuentro personal con Él por medio de Cristo su Hijo. Vengamos hoy a Dios y descubramos nuestra identidad en Él.
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