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Jesús fue sepultado

El Salmo 91 es uno de los Salmos más famosos de toda la Biblia.


Esto es así porque describe la omnipotencia de Dios en relación a los problemas y adversidades de la vida cotidiana.


En él se nos dice que el Dios Todopoderoso, por su misericordia, está interesado en los asuntos grandes y pequeños que esta vida conlleva.

En el primer versículo de este Salmo podemos leer lo siguiente:


“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”.

Para poder experimentar las asombrosas bendiciones de Dios descritas en este Salmo, primero debemos comprender este pasaje.

Aquí se nos dice que aquel se acoge al abrigo de Dios, en realidad vivirá a la sombra de su poder y gracia.


Sin embargo, ¿por qué razón el salmista usó la expresión “el abrigo de Dios”?


Esto se debe a que el pensamiento bíblico siempre ha señalado que el hombre, después de pecar contra Dios y darle la espalda en el huerto del Edén, quedó en una condición desesperante, pues quedó desnudo.

Antes de la aparición del pecado, el hombre estaba vestido de la gloria de Dios y era resguardado por Dios mismo.

Sin embargo, después de la desobediencia de Adán y Eva, ambos quedaron privados del vestido celestial.


La Biblia nos dice en Génesis 3:7 que al comer del árbol prohibido, ocurrió lo siguiente:


“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales”.


En pocas palabras, el hombre quedó expuesto, vulnerable y a merced de su propia depravación, del mundo que le rodeaba y del poder de Satanás.


A pesar de que trató de cubrirse, todo fue en vano porque aquellas hojas eventualmente se secaron y se rompieron en mil pedazos.

La palabra “desnudez” se refiere precisamente a esto, a quedar expuestos a los peligros de esta vida.

Esta no es solamente una desnudez que pueda resolverse poniendo una tela sobre el cuerpo.


Se trata de una desnudez espiritual, que lleva al hombre a vivir desesperado y ansioso.


Por esta razón, el escritor del Salmo 91 resalta el concepto de “El abrigo de Dios”, haciendo referencia a la importancia de ser cubiertos por Él.

De hecho, este concepto de ser cubiertos por Dios, como un acto de su gracia y misericordia, tiene su origen en lo ocurrido después de la caída del hombre en Génesis.

Después de que Dios emitiera un juicio severo sobre Adán, sobre su mujer y sobre la serpiente, El Señor hizo lo siguiente.


En Génesis 3:21, está escrito así:


“Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió”.


A simple vista, este pasaje parece no tener ninguna importancia verdadera.

Sin embargo, este versículo es fundamental para entender la naturaleza del Evangelio que predicamos y comprender la obra de Cristo en la cruz, ¿por qué?


Mire con cuidado.

Dios le hizo al hombre y a su mujer “túnicas”, es decir, vestidos, pero a partir de pieles de animales.

Dios cubrió la desnudez del hombre, con estas túnicas los vistió.


Pero, ¿sabe qué significa esto?

Que un ser inocente tuvo que ser sacrificado para cubrir el pecado de otro.


Eso es a lo que llamamos “expiación”.


Es cuando alguien cubre la deuda o la falta de otra persona.


A través de este acto, Dios estaba anunciando al universo y a la creación entera que el precio para cubrir el pecado del hombre sería el sacrificio.


Dios estaba declarando que el medio de redención sería “un inocente, muriendo por un culpable”.


Aquellas túnicas hechas de pieles de animales no eran otra cosa sino una prefiguración del sacrificio de Cristo.

Por tal motivo, el cristianismo siempre a tenido presente que el mensaje del Evangelio, en realidad es un mensaje que anuncia que Dios cubre las faltas del hombre.


A la luz de lo anterior, el pasaje del Salmo 91:1, que dice: “El que habita al Abrigo del Altísimo”, cobra un nuevo significado.

Naturalmente, las pieles de aquellos animales se desgastaron y se rompieron.


Sin embargo, prevaleció la promesa de que un día Dios proveería una vestimenta espiritual, eterna y libre de todo desgaste.

Una vestimenta que pudiera cubrir definitiva y absolutamente el pecado del hombre.


Jesucristo, el Hijo de Dios, es el Cordero de Dios que fue sacrificado para cubrir a la humanidad.

Se puede decir que Jesucristo es el abrigo de Dios, es la morada bajo la sombra del Omnipotente.

Por esta razón, todos aquellos que le reciben y le confiesan como Señor y Salvador, son cubiertos de su desnudez y acogidos en la casa del Dios bueno.


A partir de la caída de Adán y Eva, la humanidad ha vivido desnuda, expuesta y desprotegida.


En primer lugar, el hombre vive expuesto al pecado, a la depravación y a su propia maldad, sin que nadie pueda ponerle un alto.


Por eso, hoy en día vemos que la maldad aumenta y siempre se inventan nuevas formas de perversidad y depravación.

En segundo lugar, el hombre está expuesto ante la maldición.


En la Biblia, la palabra “maldito” se refiere a una persona desamparada, arruinada y destruída.


Después del pecado de Adán, Dios le dijo al hombre (Génesis 3:17-18):


“Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.


18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo”.


Desde entonces, el hombre no puede escapar de los efectos terribles de la maldición sino que vive desnudo ante ella, oprimido por los cardos y los espinos.


En tercer lugar, el hombre vive desnudo y expuesto ante la ansiedad, la preocupación y la amargura.


Enseguida que Adán desobedeció, cuando Dios lo llamó: ocurrió esto (Génesis 3:10):


“Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí”.

Por su pecado y rebeldía, el hombre experimentó el temor y la ansiedad.

Como podemos ver, el hombre quedó desnudo después del pecado, expuesto a todo tipo de perversidades, males, temores y amarguras.


La existencia del hombre puede resumirse de la siguiente manera:


“Desesperante, oprimida y deprimente”.

No obstante, el Dios bueno, el Dios de toda misericordia, miro a la humanidad y se compadeció de ella.

Por eso, envió a su Hijo al mundo, para ofrecerlo como el sacrificio que cubriría la desnudez de todo aquel que cree.


Debemos tener en claro que Jesús no murió porque alguien le hubiera arrebatado la vida.

Él mismo se ofreció para ser el sacrificio que pudiera cubrir, una vez y para siempre, la desnudez del hombre.

Si Jesús, quien tenía toda autoridad en los cielos y en la tierra, hubiera querido salvarse de la crucifixión, lo podría haber hecho fácilmente.


Él caminó sobre las aguas, calmó tempestades, convirtió el agua en vino y sanó a un hombre que estaba oprimido por una legión de demonios.


Él es el Todopoderoso, tal como lo describe Apocalipsis 1:8, ¿creen ustedes que tendría miedo alguno de los soldados romanos?

¡Por supuesto que no!


En la crucifixión, algunos lloraban por Jesús y otros lo criticaban, solamente porque no entendían la dimensión de su sacrificio.


Él no murió en la cruz porque no tuviera poder alguno para salvarse, sino que fue colgado en un madero por usted y por mí.


El profeta Isaías, quien recibió una tremenda revelación a través del Espíritu de Dios setecientos años antes de la venida de Cristo al mundo, habló de la naturaleza y propósito del sacrificio del Señor.

Él nos describe la razón por la cual Jesús no se salvó a sí mismo.


En Isaías 53:4-5 leemos esto:


4 Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.


5 Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados”.

El propósito de la muerte del Señor fue para sanarnos de la enfermedad espiritual.

Él, además, sufrió nuestros dolores emocionales, mentales y físicos, para ofrecernos restauración y sanidad para la vida.


Él fue golpeado, molido, quebrantado para que nosotros pudiéramos recobrar la paz y la felicidad, al reconciliarnos con Dios y ser salvos.


Sus llagas, sus profundas heridas, son para curarnos de toda enfermedad espiritual, mental y física.


Dios nos amó tanto que permitió que Jesús llevara nuestras enfermedades.


La sangre que Jesús derramó cuando fue azotado y clavado en la cruz, tiene poder aún hoy.


Por lo tanto, todo aquel que cree en la obra perfecta de Jesucristo, será libre de la enfermedad, la amargura, el temor, y tendrá salud y paz.


El hecho de ser sepultado, significa que Él verdaderamente murió por nosotros.


Marcos 15:43-46 dice:


43 José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.


44 Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto.


45 E informado por el centurión, dio el cuerpo a José,


46 el cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro”.


¿Sabe qué significa esto? Que Jesús, el HIjo de Dios, verdaderamente murió por nuestros pecados y nuestras transgresiones.


Él sufrió el dolor y la agonía de la cruz para pagar el precio por nuestros pecados.


Entró en el valle de sombra de muerte por nosotros.


El Señor, quien creó lo cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos, entró en la tumba por cada uno de nosotros.

Por su amor hacia sus escogidos, fue clavado en la cruz, muerto y sepultado en una tumba.


No hay ninguna otra forma en la que podamos recibir el perdón de Dios, ni en la que podamos estar bajo su abrigo, sino a través de la cruz de Cristo.

No existe ningún lugar en donde podamos refugiarnos, excepto en la cruz del Salvador.

Vayamos el día de hoy a Jesús, quien descendió al sepulcro, llevando la pesada carga de nuestros pecados.


Dejemos todo afán, ansiedad, temor y culpa a sus pies.


Jesús nos hará libres y viviremos en paz.





 
 
 

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1 comentario


gudino2697
22 jul 2020

Gracias Señor Jesús por dejarme morar bajo tu sombra y por ser mi abrigo 🙌🏻 en todo tiempo Amén 🙏🏻

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