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Jesucristo, el Amigo

Foto del escritor: Marlon CoronaMarlon Corona

Hace tiempo, tuve la oportunidad de conversar con una hermana de la iglesia que había vivido varias decepciones a lo largo de su vida y por ello se encontraba herida y muy lastimada.


En aquella platica, ella me comentó:

“Pastor, conocer a Cristo ha cambiado mi vida. Puedo decir que mi historia se partió en dos: ‘Antes y después de Cristo’”.

Ella, a pesar de haber sufrido terriblemente el abandono y haber sido víctima del rechazo, pudo encontrar esperanza en Jesucristo y su corazón fue sanado, de manera que dio inicio a una nueva vida.

Después de aquella conversación me quedé pensando.


Es verdad, conocer a Cristo es lo que hace la diferencia en la vida.


Solamente Él puede restaurarnos, sanarnos y con su gracia, dar vuelta a la página de nuestra vida.

Sin embargo, cuando hablamos de conocer a Cristo, también nos referimos al hecho de conocer su identidad; es decir, su obra, ministerio y oficios que realizó cuando estuvo en la tierra.


Como creyentes, no debemos perder detalle de quién es Cristo.


Ignorar acerca de su persona o desconocer su obra, solamente redundará en confusión y quebranto espiritual.


No obstante, cuando descubrimos quién es Él, conocemos su identidad y recibimos su señorío, nuestra vida es renovada, pues llegamos a tener un encuentro con el Autor de la vida.


Así como Él es el profeta fiel de Dios, es el Sacerdote que traspasó los cielos, es el Rey de nuestras vidas y el Siervo que vino a este mundo a ofrecer su vida en rescate por muchos, es también el Amigo que camina con nosotros y nos ayuda en cada paso de nuestra vida.


El hermano Matthew Henry decía que “Debemos contemplar a Cristo como el glorioso Rey del universo y como el tierno Compañero de nuestras almas”.


En otras palabras, su autoridad, reinado y poder nunca se contraponen a su ternura y a su cuidado en nuestras vidas.

De hecho, resulta algo asombroso que alguien tan grande y glorioso como el Señor Jesús ponga especial cuidado en criaturas tan pequeñas y frágiles como nosotros.

Como creyentes debemos tener presentes dos pensamientos:

Por una parte, somos siervos y esclavos de Jesucristo, tal como lo describen las Escrituras.

Pero por otra parte, debemos tener una conciencia de amigos acercados y convidados a su mesa espiritual.


Somos obreros, pero somos hijos también, y ninguna de estas realidades se contraponen.


En la última cena que el Señor Jesús compartió con los discípulos, la noche previa a su crucifixión, Él les dijo lo siguiente (Juan 15:13-15):


13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.

14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.


15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer”.

En aquel momento, el Señor les estaba compartiendo su amistad e invitando a vivir en un nivel de comunión más cercano que el que tiene un amo con sus siervos.


Esto no significa que Él deja de ser nuestro Señor ni implica que podemos tratarlo como un igual.


De hecho, Él insiste en que su amistad también está ligada a su señorío, cuando dice:

“Son mis amigos, si hacen lo que yo les he mandado”.


Ya que el señor dio su vida por nosotros, derramando su sangre, debemos vivir vidas de obediencia y entrega absoluta a su señorío.


Él nos extiende su amorosa mano, nos invita a su mesa, nos hace sentar en un lugar especial, y la prueba de que somos verdaderamente sus amigos es que vivimos vidas sujetas a su voz.


Amados, ustedes tienen un amigo que es Rey y Soberano, es Jesucristo.

Nunca deben verse a sí mismos como desprovistos, abandonados o rechazados.


Por medio de su muerte y resurrección, ustedes han sido invitados a venir a la mesa de sus bendiciones y favores, en donde pueden encontrar consuelo y fuerzas nuevas cada día.

Jesucristo es un amigo fiel.


Hay un himno muy antiguo, titulado: “Cómo podré estar triste”.


Fue escrito por una mujer canadiense, de nombre Civilla Durfee, en 1905.


La inspiración de este himno nació a principios de la primavera de aquel año.


En palabras de la propia autora, ella relata:

“Mi esposo y yo vivíamos en Elmira, Nueva York.


Allí tuvimos una profunda amistad con una pareja: El Señor y la señora Doolittle.


Ellos eran grandes ejemplos de fe.


La señora Doolittle estuvo en cama durante 20 años, debido a una enfermedad que le impedía la movilidad de sus extremidades.


Su marido andaba en silla de ruedas debido a que era paralítico.


Para ellos, el alimento y el sustento diario era un verdadero milagro cada día ya que ninguno de los dos podía trabajar.


A pesar de sus aflicciones, vivieron felices su vida cristiana, dando inspiración y ánimo a todos los que los conocían.

Un día, mientras estábamos de visita con los Doolittle, mi marido preguntó sobre el secreto de su fe para salir adelante.

La respuesta del señor Doolittle fue simple:


“Dios cuida de las aves, y sé que cuidará de mí también”.


La belleza de esta simple expresión de fe sin límites, se apoderó de nuestros corazones y encendió la imaginación de mi esposo y la mía.

Este himno fue el resultado de esa experiencia”.


Permítame, ahora, leerle los versos de este himno. Dice así:


¿Cómo podré estar triste,

Cómo entre sombras ir,

Cómo sentirme solo

Y en el dolor vivir,

Si Cristo es mi consuelo,

Mi amigo siempre fiel,

Si aún las aves tienen

Seguro asilo en El?

"Nunca te desalientes",

Oigo al Señor decir,

Y en su palabra fiado

Hago al dolor huir.


A Cristo paso a paso

Yo sigo sin cesar,

Y todas sus bondades

Me da sin limitar.


Siempre que soy tentado,

O qué en la sombra estoy,

Más cerca de Él camino

Y protegido voy.

Si en mí la fe desmaya

Y caigo en la ansiedad

Tan sólo Él me levanta,

Me da seguridad.


Coro

Feliz, cantando alegre, Yo vivo siempre aquí; Si El cuida de las aves Cuidará también de mi!

Este himno del 1900, es a menudo acompañado con esta frase al pie de página:


“El mayor gozo en la vida del hombre es caminar con Dios”.


¿Por qué se puede decir esto? Porque caminar con el Señor es descansar, es estar confiado, es tener paz, pues Él lleva nuestra carga y provee nuestro futuro.

Les pido que nunca olviden que en Cristo tienen a un amigo que lleva sus cargas, los ayuda todos los días y los invita a descansar.


En Mateo 11:28 está escrito lo siguiente:


“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.


Esta es la invitación que nuestro amigo Cristo nos hace a todos nosotros el día de hoy.


Él nos llama y nos dice:


“Venid a mí”.


Este llamado es para todos nosotros que en ocasiones nos alejamos debido a los afanes y preocupaciones de esta vida.

En ocasiones, lentamente, nos olvidamos que Él es nuestro Señor y amigo, y que nos invita a descansar.


A menudo, por causa del pecado, desviamos nuestra mirada del Único que puede aliviarnos.


Por eso, Él nos llama y nos declara: “Vengan a mí”.

Él, además, llama a los que están “trabajados y cargados”.

La palabra “trabajados” se refiere a aquellos que, por cuestiones del día a día, se encuentran agobiados y cansados.

La palabra “cargados”, por su parte, hace referencia a un estado emocional de fatiga y opresión.


Para todos aquellos que han caído en la desesperanza, que viven atados a la desesperación y se sienten abrumados, el Señor les llama:

“Yo los haré descansar”.


En otras palabras, Él nos dice:


“Yo aliviaré su carga, yo les daré una respuesta y pondré mi mano en sus asuntos para que ustedes pueden descansar”.


¿Por qué no nos acercamos el día de hoy a Jesucristo, quien es el Rey Soberano y nos invita a acercarnos?


Él está con nosotros ahora mismo, nos extiende la mano y nos dice:


“No lleves la carga por ti mismo; déjamelo a mí. Yo te ayudo”.

Si hoy estamos preocupados o afligidos, es porque no le hemos dejado nuestras cargas y afanes.

Sin embargo, Jesucristo, el Amigo misericordioso aún nos llama:


“Venid a mí”.

Venga hoy a Cristo.


Si hasta este día usted no le ha recibido como Señor y Salvador personal, este es el momento de rendirse y confesarle como Soberanos de su vida.

No espere más; Cristo está llamando a la puerta de nuestras vidas.






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1 comentario


gudino2697
31 jul 2020

Gracias Señor Jesús porque se que nunca me has deja, eres mi amigo fiel, te amo Señor Jesús y se que tú me amas y que siempre estás a mi la en todo tiempo Amén 🙏🏻

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