La confianza
- Marlon Corona
- 17 jun. 2020
- 6 Min. de lectura
Proverbios 4:23 arroja bastante luz al respecto de cómo los pensamientos y la actitud influyen por completo en el estilo de vida.
El pasaje dice así:
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”.
¿Qué significan estas palabras?
Que el corazón es el punto de partida para la vida y que todo lo que ocurre en el interior de una persona no puede dejar de influir en su exterior.
Esto implica que la clase de vida que vamos a vivir, depende directamente de las convicciones y pensamientos que guardemos en nuestro corazón.
Una vida plena, feliz, llena de esperanza, es el resultado de un corazón en el que primeramente se encuentran la paz de Dios y el gozo de conocerle.
En síntesis, puede decirse que el corazón determina el todo del hombre.
A propósito, ¿qué clase de pensamientos y convicciones se encuentran en su corazón el día de hoy?
Si hasta este día, nuestra mente se ha visto obstruida por la ansiedad y la preocupación y no hemos encontrado una salida, Dios nos invita a confiar en Él.
Esta es una de las lecciones más importantes que debemos aprender en la escuela de Dios:
La confianza en Él y la dependencia en sus promesas, las cuales se encuentran en la Biblia.
Por medio de su Palabra, Dios nos indica cual es el camino que tenemos que seguir.
El día de hoy, meditemos en la importante lección que nos ayuda a pasar de la ansiedad a la confianza en Dios.
¿Cómo podemos comenzar? Partamos de este punto.
En Mateo capítulo 8, encontramos la historia de un centurión que necesitaba la sanidad para uno de sus siervos.
Al venir ante Jesús, este hombre expresó su fe al decirle al Señor, en el versículo 8:
“Solamente di la Palabra y mi siervo sanará”.
Fue en ese momento cuando el Señor se maravilló y dijo unas palabras que permanecen latentes hasta nuestros días.
El Señor le dijo al hombre:
“Ve, y como creíste, te sea hecho” (Mateo 8:13).
La Biblia afirma que en aquel mismo instante, el criado fue sanado milagrosamente.
Ahora, ¿qué significa esto?
Que así como se cree y así como se piensa en el corazón, así sucede también en la vida.
Significa que aquello que se piensa en el interior, inevitablemente, es lo que se recibirá.
Hace tiempo, leí en una revista acerca de los avances científicos y médicos en el área de la neurociencia.
En este artículo se explicaba que cuando una persona sufre un daño cerebral, parte del cuerpo o la totalidad de él se paraliza, y llega a quedar minusválida.
La medicina actual ha logrado grandes avances al extirpar los nódulos del cerebro, preservando no solamente la vida, sino impidiendo la parálisis parcial o total del cuerpo.
No es mi intención hablar de la parálisis que es provocada por los nódulos cerebrales, sino de los nódulos mentales y espirituales del corazón que, aunque son invisibles a los ojos, afectan de manera determinante la vida de una persona.
Estos nódulos del corazón pueden ser los malos pensamientos y la filosofía de vida negativa, que hacen que una persona sea minusválida del fracaso y de la frustración, y llegan a alejarla de la vida feliz que Dios nos dio.
La mentalidad es el origen de nuestro estilo de vida, porque la vida se nos presenta tal como pensamos.
Por esta razón, debemos erradicar los nódulos del corazón que nos llevan a la destrucción o a la parálisis total o parcial, a fin de experimentar el poder de Dios en nuestras vidas.
Y una vez identificados, tenemos que sustituirlos por nuevos pensamientos y una nueva perspectiva de fe.
Ciertamente, uno de los pensamientos a erradicar mientras avanzamos y crecemos en la escuela de Dios, es la ansiedad.
Y este pensamiento debe ser sustituido por la confianza.
Una de las trampas más peligrosas, que puede traer fracaso a nuestra vida, es la ansiedad de nuestro corazón.
Una persona con un cúmulo de ansiedad en su corazón, de hecho, ya ha perdido la felicidad.
Tal persona se quejará, protestará y hará que otros también estén ansiosos en su casa y en su trabajo, y causará problemas en la sociedad.
Dondequiera que él o ella vayan, habrá una reacción en cadena de ansiedad, y en lo que sea que él o ella estén involucrados, finalmente fracasará.
Ahora, ¿de dónde proviene la ansiedad?
En primer lugar, la ansiedad se origina cuando un problema amenaza nuestras circunstancias y nos supera.
Es decir, cuando nos encontramos con un problema que no podemos resolver por nosotros mismos.
Es ahí cuando sentimos la ansiedad crecer en nosotros.
En el evangelio de Lucas, capítulo 8, encontramos una historia muy reveladora al respecto.
Se nos dice que cierto día, el Señor Jesús entró en al barca con los discípulos y les ordenó pasar al otro lado del mar de Galilea.
Durante el viaje, la Biblia nos dice que el Maestro se quedó dormido.
Mientras ellos navegaban atravesando el lago, fuertes vientos desataron una tempestad violenta.
Tanto fue así que la barca empezó a anegarse.
El agua entraba por todos lados, y a pesar de hacer un gran esfuerzo, nada estaban consiguiendo.
Las olas se hacían cada vez más grandes y solo era cuestión de tiempo para que la barca se hundiera.
Los discípulos se dieron por muertos y despertaron al Señor en medio de gritos.
El relato se encuentra en Lucas 8:22-24, donde dice:
“22 Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron.
23 Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban.
24 Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza!”
El Señor se puso de pie y reprendió al viento y a las olas embravecidas.
Entonces, la tormenta cesó, y sobrevino la calma.
Luego, el Señor le dijo a sus discípulos:
“¿Dónde está vuestra fe?” (Lucas 8:25).
Un problema familiar, un hijo que se fue de casa, un problema en el matrimonio, quizá una deuda o una enfermedad, pueden hacernos sentir ansiosos y desesperados.
Estas situaciones son como las olas que se levantan contra nosotros y nos amenazan.
¿Qué debemos hacer en medio de todo esto?
Una persona dijo: “Cuando llevas el sol adentro, no importa si afuera llueve”.
Los hijos de Dios tienen dentro el sol de esperanza en Jesucristo.
Y no importa si la aflicción, el problema o el dolor nos amenazan, Cristo es nuestra ayuda, nuestro refugio y nuestra respuesta.
Puede haber tormentas en nuestra vida.
Incluso, la Biblia reitera que las aflicciones no dejarán de aparecer en nuestro camino.
El Salmo 34:19, declara lo siguiente:
“Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová”.
Inclusive, el mismo Señor Jesus declaró que la vida en sí misma traería aflicciones.
En Mateo 6:34, Él dijo:
“Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.
Las aflicciones que atravesamos, pequeñas o grandes, son parte de la vida y muchas veces no podemos evitarlas.
Sin embargo, Él ha prometido que nos librará y estará con nosotros en medio de las dificultades y problemas que esta vida conlleva.
Si volvemos al Salmo 34, en los versículos 8 al 10, leemos lo siguiente:
“8 Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él.
9 Temed a Jehová, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen.
10 Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien”.
La Palabra de Dios nos invita a “gustar” y a “ver” la bondad de Dios.
Esta es la base de nuestra confianza en la vida: Que Dios es bueno y compasivo.
La palabra “gustar” se refiere a una experiencia interna.
Esto se refiere a la misericordia, a la paz y al gozo que experimentamos interiormente al caminar y conocer a Dios como nuestro Padre.
Sin embargo, la palabra “ver” se relaciona con una experiencia externa.
Esto implica que Dios nos ayuda e interviene en las cosas de la vida cotidiana como la familia, los negocios, el matrimonio y los proyectos personales que le honran.
El día de hoy podemos confiar en Dios si tan solo abrimos nuestros corazones para “gustar y ver” la bondad de Dios que nos rodea.
Aunque tenemos problemas y aflicciones en el día a día, nunca olvidemos que el Dios bueno está con nosotros ahora mismo.
La ansiedad y la preocupación se originan, al igual que en el caso de los discípulos, cuando dejamos que la tormenta entre a nuestro corazón y dudamos de la Palabra de Dios.
Cuando miramos las circunstancias y olvidamos las problemas del Dios bueno, el temor se apodera de nosotros.
El profeta Isaías declaró, por otra parte:
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).
Él nos dio la clave para vencer sobre la ansiedad.
¿Cuál es esta clave?
El pensamiento debe perseverar en Dios.
La mente de estar fija en Dios.
Y a pesar de que seamos visitados por la ansiedad, debemos repelerla con una mente que cree lo que Dios ha dicho.
Debemos confiar que Dios no nos abandona.
La Palabra de Dios no cambia, aun cuando el cielo se caiga y la tierra se hunda.
Por lo tanto, incluso en la actualidad, si usted pone su fe en la Palabra de Dios y la obedece, mientras ora y espera en el Señor, podrá vivir una vida exitosa, sin sentir la ansiedad en ninguna circunstancia.
Finalmente, en la escuela de Dios, esta es una de las lecciones más importantes que debemos aprender, no solo una vez, sino durante toda nuestra vida.

Amén 🙏🏻