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La estrategía de Dios

Foto del escritor: Marlon CoronaMarlon Corona

Actualizado: 3 feb 2020

"Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días." (Hebreos 11:30)

Los verdaderos hijos de Dios se caracterizan por tener un deseo profundo de conocer la voluntad divina. Dentro de ella se encuentra la verdadera bendición, la paz y la felicidad plena. De modo que, llevar a cabo la voluntad de Dios equivale buscar la felicidad y la plenitud.


Aquella persona que quiera ser feliz, primero debe detenerse hasta saber cuál es el camino que Dios le ha preparado y después debe actuar en consecuencia.

Llevar a cabo nuestro planes y proyectos egoístas, no redundará más que en dolor y fracaso. Por eso, siempre le digo a la gente de la iglesia que oren, escuchen y obedezcan. Esta es la formula del éxito.

El Salmo 127:1 nos dice lo siguiente: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia”. ¿Qué quiere decir lo anterior? Que cuando Dios no está en el asunto, aun los mejores esfuerzos son en vano.


Para beneficio nuestro, una de las promesas de Dios en la Biblia, precisamente es aquella que señala que el Padre celestial nos indica su voluntad y el camino que debemos seguir.

El Salmo 25:8-9 dice así: “8 Bueno y recto es Jehová; por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. 9 Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera”. Además, el versículo 12 declara lo siguiente: “¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger”.


Cuando verdaderamente lo buscamos, Dios nos revela su camino y nos da las instrucciones correctas que debemos seguir para tener éxito en la vida. En tales condiciones, es imposible que fracasemos.

Siempre que el pueblo de Dios venga a Él en humildad con el requerimiento de conocer su voluntad, el Señor mismo atenderá tal petición y le mostrará el camino a los suyos. Esta es una de las oraciones que nunca quedan sin respuesta. Dios se goza en responder esta clase de peticiones.


La razón por la que ahora buscamos si estamos en la voluntad de Dios, en comparación con nuestro pasado, es porque nuestros deseos han cambiado. Antes el timón de nuestras vidas estaba en nuestras manos y nos dirigíamos a nosotros mismos, pues estábamos sentados en el trono de nuestro corazón.

Sin embargo, al conocer a Cristo y recibir su señorío, nuestro deseo ha cambiado. Ahora es diferente. Aunque luchamos continuamente contra el viejo hombre, anhelamos ser guiados por nuestro Señor y nuestro Capitán.


Josué, el líder de Israel encarnó este aspecto de la vida cristiana al preguntarle a Dios: “¿Qué dice mi Señor a su siervo?” (Josué 5:14). La respuesta que Dios le dio ante tal petición se encuentra registrada en el capítulo 6 versículo 3. Dice de esta forma: “Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días”.

Al igual que en el caso de Josué, Dios nos muestra las instrucciones que debemos seguir para ser los conquistadores de la vida. Si miramos a detalle este episodio de la historia de Josué, podremos aprender una gran lección espiritual.

Se dice que la vida es como una batalla. A veces nos enfrentamos al enemigo de la ansiedad y la preocupación. Otras veces, estamos frente al gigante del problema familiar o del problema económico. Sin excepción, todos llegamos a enfrentar el desánimo y la frustración.

Cuando esta clase de enemigos aparecen delante de nosotros y bloquean nuestro camino, debemos aprender a luchar con las fuerzas de Dios y debemos seguir su estrategia para nuestra vida.


Es decir, no estamos por nuestra cuenta cuando enfrentamos a los adversarios de la vida. Dios no solo va con nosotros y nos da su fuerza, sino que también nos enseña cómo debemos pelear estas batallas.

Si el día de hoy nos encontramos atravesando una adversidad, una situación familiar destructiva, un problema económico, o cualquier otra situación negativa, lo primero que debemos hacer es seguir un principio básico del a guerra espiritual.

Este se encuentra en Zacarías 4:6 y declara lo siguiente: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.


Cuando Josué se encontraba frente a los muros de la ciudad de Jericó, Dios le dio una estrategia y una instrucción: “Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra”. El ejercito de Josué no debía cavar trincheras ni enviar hombres fuertes al muro ni quemar las puertas.

Los israelitas tan solo debían marchar decididamente, seis días, al rededor de Jericó. Esto, desde luego, demandaba obediencia, dependencia y fe. Se necesitaba creer la Palabra de Dios y hacer un compromiso con Él de no rendirse ni retroceder aunque nada pareciera estar sucediendo ante sus ojos.


Al igual que en este caso, Dios no nos manda entregar todo en sus manos, depender de Él y creer que Él obrará, aunque nuestros ojos, nuestros oídos y nuestras manos, no tengan ninguna evidencia.

Muchas veces, Dios nos pedirá que actuemos de manera opuesta a como el mundo acostumbra actuar. A veces, seremos menospreciados, pero tenemos que servir; seremos juzgados como necios, pero debemos perseverar.


El Señor dice: “27 Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; 28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian” (Lucas 6:27-28).

Alguien dijo que “A veces, la respuesta de Dios para nuestros problemas no es la que queremos, pero es la que necesitamos”. Más que nada, debemos aprender a pelear con la estrategia de Dios si queremos ser los conquistadores de la vida.


Josué, junto con el pueblo de Israel, marcharon al rededor de Jericó con suma obediencia.

Perseveraron en ello aunque en un principio parecía no haber evidencias de un milagro. No obstante, al final, algo asombroso sucedió.

En Hebreos 11:30 dice así: “Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días”. Si usted anhela tener éxito en la vida y sobreponerse a los problemas que aparecen en su camino, siga la estrategia de Dios. Avance en fe y persevere aunque nada suceda delante de sus ojos. El milagro de Dios germina en el terreno de la obediencia y de la fe. Que Dios le bendiga.


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