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No olvides mis enseñanzas

"Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas" (Proverbios 3:1)


Muchas personas dicen que no hay una forma correcta de vivir la vida.


Afirman que no hay un manual que nos pueda ayudar a entender la existencia, y que no hay un conjunto de instrucciones que nos indiquen cómo debemos vivir. Sin embargo, nosotros los cristianos creemos que la vida SÍ viene con un instructivo, y que éste nos fue dado por Dios.


Ese instructivo es la Biblia y en ella se nos señala tanto el camino a seguir como las cosas que debemos evitar. Se nos dan promesas pero también advertencias. Y cuando una persona conoce el camino que debe seguir y anda en él con devoción y obediencia, logra tener paz y se vuelve una persona feliz.


En pocas palabras, la Biblia es el mapa que nos guía a la paz y a la felicidad. Si hemos creído en Cristo, debemos aprender a vivir de acuerdo con las instrucciones que Dios nos ha dejado.


Siempre estoy diciendo que el cristiano es una persona que está aprendiendo a vivir por segunda vez. Antes, cuando no habíamos recibido a Cristo como Señor y Salvador, vivíamos a nuestro modo, desde nuestro punto de vista y como a nosotros nos parecía mejor.


Sin embargo, ahora que le hemos recibido como Señor, debemos seguir su voz y obedecerle en todo.Recuerde lo que dice Juan 10:27:

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”.


Por esta razón, debemos prestar atención a las instrucciones de Dios. Debemos atenderlas y ponerlas por obra.


Sucedió en el sur de África, que el gobierno premió a uno de los hombres del campo, un agricultor de profesión, regalándole un automóvil. Debido a que su trabajo generó grandes ganancias para el gobierno, el presidente lo condecoró regalándole un vehículo. Sin embargo, dos meses después, cuando el presidente fue a visitarlo, lo encontró arriba del automóvil, el cual era empujado por dos toros.


Aquel agricultor, nunca había visto un automóvil en funcionamiento. Por esa razón no conocía cómo funcionaba. De acuerdo con su criterio, la forma de echarlo a andar era por medio de dos bestias de carga. Naturalmente, esto se volvió un objeto de burla y crítica por parte de los medios y de la sociedad.


En la vida cristiana, cuando no sabemos cuáles son las reglas a seguir y llevamos a cabo nuestra vida sin la sabiduría de Dios, eso trae mucha vergüenza y quebranto. Por lo tanto, debemos aprender a vivir de acuerdo con las instrucciones que Dios nos dejó.


Al hacerlo, podemos estar seguros de que la paz, la felicidad y el gozo nos acompañarán y nos seguirán a donde quiera que vayamos.


Mire lo que dice Proverbios al respecto de escuchar las enseñanzas y pautas que Dios nos da.


El pasaje de Proverbios 3:1-4 dice así:


“1 Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos.

2 Porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán prosperidad.

3 Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón.

4 Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente.”


¡Qué tremenda bendición tienen los que guardan y obedecen la Palabra de Dios!


Este pasaje me recuerda las palabras de Moisés a los israelitas que recién comenzaban a vivir siguiendo las instrucciones de Dios.


Él les dijo en Deuteronomio 5:33 lo siguiente: “Sigan por el camino que el Señor su Dios les ha trazado, para que vivan, prosperen y disfruten de larga vida en la tierra que van a poseer”.


Así es, la persona que sigue las instrucciones de Dios encuentra la bendición de una vida abundante, de la prosperidad y disfruta del favor de Dios. Ahora, si volvemos al pasaje de Proverbios 3:1-4 y lo analizamos, encontraremos lo siguiente.


Primero, comienza con la expresión: “Hijo mío”. Esto significa que las siguientes instrucciones que vienen acompañadas de bendiciones, son solamente para los hijos.


No son para los extraños, sino solo para los hijos. La Biblia describe la situación del hombre que no tiene a Cristo como una persona que no es hija de Dios.


La Biblia le da el calificativo de una persona que es “objeto de la ira de Dios”, de acuerdo con Efesios 2:3. Y esto significa que tal persona se encuentra todavía bajo el juicio y el castigo de Dios.


Así como Dios es un Dios de amor y bendición, es un Dios justo que no tolera la maldad y que castiga severamente al pecado y al pecador.


Pablo nos dice en Efesios 2:1-3 lo siguiente:


“1 En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados, 2 en los cuales andaban conforme a los poderes de este mundo. Se conducían según el que gobierna las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en la desobediencia. 3 En ese tiempo también todos nosotros vivíamos como ellos, impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos. Como los demás, éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios”.


Entonces, ¿cómo escapamos de esta terrible condición y como podemos llegar a ser hijos de Dios? Los versículos 4 y 5 nos dan la respuesta: “


“4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, 5 nos dió vida con Cristo, aún cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!”


¡Qué tremenda bendición encontramos aquí! Llegamos a ser hijos de Dios cuando creemos en Cristo. Él nos hace pasar de muerte a vida y nos justifica ante el Padre.


De este modo, ya no estamos bajo la ira de Dios sino que la gracia y la misericordia nos han alcanzado. Cuando una persona cree en Jesucristo como su Señor y suficiente Salvador, recibe la gracia de ser un hijo de Dios.


A partir de ese momento, puede llevar a cabo las instrucciones de Dios y experimentar las abundantes bendiciones del cielo.


Proverbios 3:1 dice así: “Hijo mío”. Recuerde que llegamos a ser hijos de Dios por medio de Cristo.


Entonces, prosigue a decirnos: “No te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos”.


¿Cuáles son las enseñanzas de Dios? ¿En dónde están esos mandamientos que Dios quiere que guardemos en nuestro corazón?


La respuesta es “La Biblia”. En este libro están contenidos los pensamientos y deseos de Dios para su pueblo. En la Biblia encontramos el parámetro de vida que Dios quiere que llevemos. Para conocer las instrucciones de Dios, primero debemos apartar tiempo para leer la Biblia.


Aunque podemos leerla por partes, yo recomiendo que los que no la han leído comiencen desde el principio.


Puede tomarnos todo un año terminar de leer toda la Biblia, pero al final conoceremos la historia y el plan de Dios. Nos daremos cuenta de sus mandamientos e instrucciones, y entonces sabremos distinguir lo que agrada a Dios y lo que le desagrada.


¿Qué sucede cuando atesoramos las enseñanzas de Dios y las guardamos en nuestro corazón?


Proverbios 3:2 responde: “Porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán prosperidad”.


Una vida prolongada se refiere a una vida plena y feliz. Imagínese vivir 120 años pero vivirlos amargado, enojado con la vida, con otros, y con culpas y temores en nuestro corazón. Eso no sería el concepto de “una vida prolongada” que Dios quiere vivamos.


Por el contrario, una larga vida como la que Dios ofrece es una vida de paz, abundancia, gozo, esperanza. Además, la prosperidad que menciona este versículo, no se refiere únicamente como muchos piensan a hacerse rico y famoso.


La prosperidad aquí descrita es la del alma. Es la riqueza inagotable de la paz y el reposo en Dios. Es vencer los temores y vivir confiadamente. Además, el versículo 4 nos dice: “Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón”.


Dos cosas deben venir con nosotros a dondequiera que vayamos: el amor y la verdad. Deben ser lo que nos distingue.


No solo debemos ser amorosos, sino que debemos ser verdaderos. Y no solo debemos vivir en la verdad, sino que debemos ser amorosos.


Un pastor dijo que “La verdad sin amor es una piedra que lastima. Pero el amor sin verdad es una vanidad que hiere”.


Por eso, debemos ser personas que aman y que viven la verdad. Dios mismo es así. Dios no solo nos ama sino que nos corrige con su verdad.


Desde luego, nos gustan sus promesas y los versículos de amor que están en la Biblia, pero también tenemos que deleitarnos en las reprensiones, cuando somos confrontados con nuestra realidad y nuestro pecado.


No podemos quedarnos solo con uno de estos dos. Necesitamos ambos. El amor y la verdad.


Finalmente, el pasaje dice que al vivir de este modo: “Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente”. El favor de Dios es su ayuda y socorro en todas las cosas. Es recibir su gracia en nuestras familias, nuestros trabajos y nuestras actividades del diario vivir.


Además, la gente tendrá una buena opinión de nosotros. Seremos amados y estimados por las personas que nos rodean.


Mis amados, Dios nos ha dado instrucciones para la vida. Quiero invitarlos durante esta semana para que juntos meditemos en ellas y las llevemos a la práctica.


Al hacerlo, podemos estar seguros, como lo dice la Palabra, que tendremos una vida abundante, llena de paz, gozaremos del favor de Dios y una buena opinión de parte de la gente.



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