Todo creyente verdadero debe tomar la seria e importante decisión de en quién va a confiar.
Y esta decisión estriba en el hecho de si vamos a confiar en nosotros mismos, en nuestros recursos y métodos, o si vamos a confiar en Dios.
Una de las promesas más asombrosas de Dios para nosotros, encuentra su cumplimiento en nuestra vida, luego de tomar esta importante decisión.
Se encuentra en Hebreos 13:5 y dice de esta forma:
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”.
La avaricia es idolatría, según Colosenses 3:5.
Pero, ¿Qué es la idolatría y por qué nos impide confiar en Dios?
La idolatría, en el contexto bíblico, se refiere ea tres cosas principalmente.
Primero, es aquello que amamos y adoramos sobre todas las cosas. Es un amor y una devoción a cosas vanas como las imágenes o el dinero y las cosas terrenales.
Segundo, es aquello que una persona busca afanosamente y que domina su mente y su conducta.
Tercero, es aquello en lo que confiamos y de lo que dependemos.
Si queremos que la promesa de Dios descrita en Hebreos 13:5 se cumpla en nuestra vida, primero tenemos que remover la avaricia y toda confianza en las cosas terrenales, para confiar solamente en Dios.
Así mismo, debemos estar contentos y alegres con lo que Dios nos ha concedido.
Debemos aprender a dar gracias por las cosas que hemos recibido, y también por las cosas que no hemos recibido aún.
Finalmente, cuando tenemos dicha actitud, veremos la promesa de Dios cumplirse en nuestra vida: “No te desampararé, ni te dejaré”.

Amen