Mateo 6:9
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
La oración fue dada al pueblo de Dios para que, por medio de ella, se cultivara la comunión y el compañerismo con el Padre celestial. Es por eso que la oración no es nunca una carga o una imposición, sino una respuesta de un corazón agradecido a Dios.
Ahora bien, es importante que aprendamos a pasar tiempo con el Padre, que aprendamos a comunicarnos con Él y que sepamos cómo podemos orar.
Sin lugar a dudas, una de las partes más hermosas de la oración es la adoración, la admiración y la contemplación a Dios. Es decir, al orar tenemos que dedicar tiempo para exaltar a Dios con nuestros labios y expresar palabras de alabanza y admiración a nuestro Dios.
Es por esta razón que en el Padrenuestro, el Señor Jesús nos enseñó a decir: “Santificado sea tu nombre”. Si lo pensamos detenidamente, no hay una verdadera oración sin exaltación y alabanza al nombre de Dios. Por eso, para que nuestras oraciones sean poderosas y dignas de llevar ese nombre, debemos santificar el nombre de Dios.
Para poder explicarle el significado de esta preciosa frase dicha en la oración del Señor, y para que podamos orar más apropiadamente, plantearé tres preguntas que responderé junto a ustedes.
La primera de ellas es: ¿qué significa santificar el nombre de Dios? La segunda es: ¿cuándo debemos santificar el nombre de Dios? Y por último: ¿por qué debemos santificar el nombre de Dios? Estoy seguro que las respuestas a estas preguntas serán de mucha bendición para usted.
Primero, santificar el nombre de Dios significa, sencillamente, bendecir a Dios. La propia definición de la palabra “alabanza” es “exaltar, reconocer, hacer notorios los méritos o las cualidades de una persona”.
Cuando el Señor Jesús nos enseñó a orar, Él nos dijo que debíamos bendecir a Dios. Así que todas nuestras oraciones deben estar llenas de alabanzas, reconocimientos y exaltaciones a Dios.
Cuando María, la madre de Jesús, tuvo un encuentro con Elisabet su prima, luego de que ambas se gozaran por la misericordia y la gracia de Dios en sus vidas, ella dijo: “46 …Engrandece mi alma al Señor; 47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. 48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. 49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, 50 Y su misericordia es de generación en generación a los que le temen” (Lucas 1:46-49). Así debemos exaltar y bendecir a Dios también nosotros.
En segundo lugar, la Biblia nos enseña que debemos santificar el santo nombre de Dios en todo tiempo. Yo sé que todos tenemos momentos difíciles, de desánimo y frustración, en los que no sentimos deseos de alabar a Dios y lo único que queremos hacer es quejarnos y compadecernos de nosotros mismos. Pero, especialmente en esos momentos es en los que debemos bendecir a Dios.
Job dijo lo siguiente: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). También David confesó: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca” (Salmo 34:1). Además, en el Salmo 145:1-2, añadió: “1 Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. 2 Cada día te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre”.
Así que la respuesta a la pregunta “¿cuándo debemos bendecir a Dios?” Es: siempre, en todo tiempo, en toda circunstancia, sin importar lo que estemos viviendo. Aunque estemos en el “valle de sombra de muerte” (Salmo 23:4) o en el “pozo de la desesperación” (Salmo 40:2), incluso si nos sentimos en el “valle de lágrimas” (Salmo 84:6) y todo parezca indicar que no hay esperanza para nosotros, desde allí debemos seguir alabando y bendiciendo a nuestro Dios, eternamente y para siempre. Ese es un precioso acto de una fe verdadera.
Ahora, quizá alguien podría preguntar el por qué debemos alabar a Dios también cuando sentimos que el mundo se nos viene encima. En realidad, la Biblia nos provee incontables respuestas a esta pregunta.
Jeremías 20:13 dice así: “Cantad a Jehová, load a Jehová; porque ha librado el alma del pobre de mano de los malignos”. Efesios 1:3 añade: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. Y el Salmo 28:6 declara: “Bendito sea Jehová, que oyó la voz de mis ruegos”.
Tenemos razones de sobra para alabar y santificar el nombre de Dios. Vamos a enumerarlas: porque Él nos libra de la malo de los malignos, nos da su ayuda y está con nosotros. Porque nos ha bendecido primero por medio de Cristo y nos ha hecho herederos de su reino celestial. Porque, ademas, escucha nuestras oraciones y la voz de nuestros ruegos.
Cuando un hijo de Dios se propone bendecir a Dios y levanta su voz en oración para santificar su nombre aun sin importar lo difícil o adverso de la situación que esté viviendo, entonces, tal persona comenzará a experimentar una paz y un gozo indescriptibles. Más tarde, Dios le dará la victoria y le guiará, como ha prometido, por sendas de justicia.
Dé un paso hacia adelante el día de hoy y comience a bendecir a Dios. No pierda ninguna ocasión de decir: “Bendito sea Dios, alabado sea su nombre”. Que su nombre sea siempre santificado en nuestros labios.
Doy las gracias por tantas Bendiciones compartidas, yo comparto a su vez los audios con más de 55 personas en diversas cuidades de la república mexicana.,y a su vez la mayoría de ellos también los comparten, ..son cadenas y cadenas interminables de bendición, Digamos Gloria do a Nuestro Señor Jesucristo Nuestro Único y Suficiente Salvador!! Gracias Pastor Marlon