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Resistir al maligno

Foto del escritor: Marlon CoronaMarlon Corona

Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros (Santiago 4:7).


Vivimos en un mundo agresivo, de riesgos, peligros y hostilidades. Naturalmente, todas las personas buscan un lugar de refugio, es decir, un lugar en el que puedan sentirse seguros, protegidos y resguardados. ¿Existirá un lugar así en esta tierra? Y de ser así ¿en dónde se encuentra ese lugar?


Para ser honestos, ese lugar se encuentra solo en Dios. Agustín de Hipona solía decir: “Fuimos creados para ti, oh Señor, y nuestra alma no descansará hasta que repose en ti”. El único lugar en donde el alma del hombre encuentra solaz, verdadero descanso y protección de los ataques del enemigo y del mundo, es en Dios. El salmista tenía una gran declaración al respecto de esto: “En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación.” (Salmo 62:1).


Sin embargo, el único lugar en donde la protección y el resguardo de Dios pueden alcanzarlos, es el lugar en donde nos sometemos y nos rendimos completamente a Él. Y para que el alma tenga absoluta seguridad, el hombre primero debe entregar el dominio de su vida a Cristo. Otra manera de decirlo es que nuestra alma no podrá sentir paz, ni gozaremos de la protección de Dios, hasta que nos entreguemos al Señor completamente.


El apóstol Santiago nos da la clave para la victoria en la guerra espiritual: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). En este pasaje, él explica que la clave para resistir al maligno y obtener la victoria radica en someternos a Dios. Entonces, ¿qué significa someternos a Dios?


Primero, debemos someter nuestros pensamientos a Dios. La Biblia dice: “Llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5). Una mente que obedece a Cristo es una mente que está en paz y posee fortaleza. Sin embargo, la mente que no se rinde al Señor, sino que se envanece y se llena de orgullo, demuestra debilidad y derrota.


Segundo, debemos someter nuestros deseos y anhelos. “Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia” (1 Pedro 1:14). Al recibir a Cristo como Señor y Salvador, una de las cosas que debemos hacer inmediatamente es la de evaluar completamente nuestros anhelos y deseos conforme a la Palabra de Dios, que es la Biblia. Ahora que he creído en Cristo, mis deseos y anhelos deben ser conformados a Cristo y su mandamiento.


Tercero, debemos someter a Dios nuestras decisiones y nuestro futuro. Ahora que hemos creído en Cristo, debemos andar en el camino de Dios. Ya no podemos andar en el camino del hombre, siguiéndonos a nosotros mismos. “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:6). Nuestro andar debe reflejar a Cristo y le pertenecemos.


Para encontrar el lugar de refugio y protección contra el adversario, y también para recibir las fuerzas que resisten al maligno, debemos someternos a Dios. Esto es, someter nuestros pensamientos, deseos y decisiones a Dios. Quien así lo haga, obtendrá la victoria espiritual y será un campeón en la vida.


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