"Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús."(1 Tesalonicenses 5:18)
Alguien dijo que la gratitud es la memoria del corazón. Es decir, el agradecimiento es recordar con alegría los favores y las bendiciones recibidas.
Por otro lado, la gratitud no solo es un recordatorio del bien que recibimos ayer, sino que es además la llave que abre las puertas para las bendiciones futuras. Quién sabe agradecer lo que tiene, está en condiciones de recibir mayores bendiciones en su vida provenientes de la gracia de Dios.
Dando gracias en medio de las pruebas
En una ciudad de Escocia llamada Edimburgo, vivió un predicador llamado Alex Whyte. Era conocido en todo el lugar por tener un espíritu optimista, por orar con fe y por tener una actitud de agradecimiento aparentemente infinita. Se dice que siempre encontraba una manera de agradecer a Dios hasta en los peores momentos.
Una mañana de domingo, la ciudad amaneció cubierta de nieve. Tras una noche de tormenta, varios árboles cayeron, muchos caminos se encontraban bloqueados e incluso las puertas de la iglesia a penas se podían abrir a causa de la nieve.
Uno de los oyentes del pastor Whyte pensó para sus adentros: “¡Ahora sí! El pastor no va a tener nada que agradecer a Dios en esta mañana tan caótica”. Pero aquella mañana, el pastor Whyte comenzó su oración así: “Alabado seas Soberano Señor. Te damos las gracias, porque no todas las mañanas son como esta”.
La gratitud que ofrecemos a Dios, así como nuestra actitud frente a la vida, tienen un poder asombroso. Si damos gracias a Dios con un corazón humilde aún cuando pasamos por las noches oscuras de la vida, entonces un milagro extraordinario nos sale al encuentro, y Dios elimina la oscuridad y nos lleva a la luz.
Una persona puede permitir que la luz de Dios penetre en su vida si tan solo aprende y practica el secreto espiritual de la gratitud. Tal persona puede cambiar el curso de su vida y edificar una fe poderosa tan solo agradeciendo.
Por el contrario, la persona que, en lugar de gratitud expresa la queja y la murmuración, siempre se destruye y se daña a sí misma. Este tipo de personas, no importando cuán ocupadas parezcan trabajando y esforzándose, nunca logran nada en realidad.
Por consiguiente, la diferencia entre una persona y otra siempre está en la actitud de agradecimiento. Esto se debe a que la gratitud refleja un corazón humilde y dependiente de Dios, mientras la queja y un vocabulario negativo ponen en evidencia un corazón ansioso y lleno de amargura. En síntesis, la gratitud es sinónimo de confianza, fe y humildad delante de Dios.
Sin embargo, ¿qué es la gratitud, a ciencia cierta? Puedo resumirlo de esta forma: “La gratitud es ver la vida positivamente sin quejarnos por las carencias y necesidades del hoy”.
El agradecimiento es una confesión de fe y confianza que nos permite recibir la ayuda del Padre celestial. Cuando agradecemos al Señor en medio de nuestros problemas, es como si le dijéramos: “Dios, yo confío en ti. Sé que no estoy solo y no me has abandonado”.
En la Biblia, las palabras “gracias”, “agradecimiento” y “gratitud” aparecen más de 120 veces. El Salmo 34:1 dice lo siguiente: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca”.
El salmista dice “bendeciré a mi Dios en todo tiempo”. Esta expresión significa: “En los buenos tiempos y en los malos. En lo dulce y en lo amargo. En las victorias y en las adversidades. Sea cual sea el tiempo que estoy viviendo, yo alabaré a mi Dios”.
En la vida, a veces vienen a nosotros dificultades, tempestades y situaciones amargas. La mejor manera de enfrentar nuestros problemas es mediante la oración de gratitud.
Es decir, debemos alabar a Dios y reconocer su gran amor por nosotros, aún cuando estemos enfrentando el momento más oscuro de nuestra vida.
Agradecer no significa negar el dolor. Pero cuando superamos la frustración, el enojo y los sinsabores de la vida, y agradecemos a Dios en medio de la situación que nos ha tocado vivir, entonces nos situamos en el mejor lugar donde las puertas de oportunidad se abren delante de nosotros.
El apóstol Pablo dijo: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18). La frase “Dad gracias en todo” implica dar gracias tanto en los buenos como en los malos tiempos.
En la actualidad, muchas personas están atrapadas en la ansiedad, la preocupación y la depresión. Esto se debe a que la queja se ha instalado en sus corazones y, por ende, se han vuelto negativos.
Tales personas, necesitan abrir su boca y comenzar a alabar a Dios mientras le agradecen por su gracia y misericordia. De esta manera serán sanadas de las enfermedades mentales que los aquejan.
La ansiedad, no es otra cosa sino un mal que enferma la mente, tal como lo son el temor y el resentimiento. Pero, si comenzamos a alabar a Dios y a buscarlo de todo corazón a pesar de nuestros sufrimientos, Él abrirá los cielos y la luz de la esperanza y la paz comenzarán a brillar sobre nosotros.
En cierta ocasión, Pablo y Silas, fueron azotados brutalmente y encarcelados por predicar el evangelio. El calabozo en el que se encontraban era oscuro, húmedo y frío. En medio de aquella situación, la Biblia nos describe una escena asombrosa: “Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían” (Hechos 16:25).
Golpeados, encadenados y en la oscuridad de la noche, cantaban himnos, cantos de gratitud, a Dios. A veces, cuando sufrimos, sentimos que Dios nos ha abandonado. Muchos incluso dejan de orar, de ir a la iglesia y vuelven al mundo. Pablo y Silas debían estar llorando y murmurando, pero se sobrepusieron al dolor y a la amargura, para glorificar a Dios. ¿Qué sucedió, entonces?
“Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron” (v. 26).
Las puertas que estaban cerradas, las cadenas que nos ataban, las circunstancias adversas que nos rodeaban, serán desbaratadas por medio de la gratitud y la alabanza a Dios.
En nuestras oraciones, debemos aprender a dar gracias a Dios. Este es el primer paso que tenemos que dar. Debemos despojarnos de la amargura y de la queja, y abrir nuestros labios para decir: “Gracias, Señor. Te alabo, Padre”.
No lo olvide, existe un asombroso poder en una vida llena de gratitud. Es fácil dar gracias cuando todo marcha bien. Pero si damos gracias a Dios con un corazón humilde cuando pasamos por las noches oscuras de la vida, entonces un milagro extraordinario viene a nosotros. Dios echa fuera la oscuridad y el fracaso de nuestra vida, y nos lleva a la luz.
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