"Y habló Josué a los sacerdotes, diciendo: Tomad el arca del pacto, y pasad delante del pueblo."
Aquella persona que desee ser poseedora de las promesas de Dios y entrar en un nuevo tiempo de bendición y éxito, primero debe renovar su percepción y entendimiento de Dios.
El profeta Oseas dijo enfáticamente que debemos conocer a Dios, quien nos sanará y nos dará vida. En Oseas 6:3 está escrito lo siguiente: “Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra”.
Esto significa que Dios puede ser conocido, pues Él mismo se ha revelado a través de la Biblia. En las Sagradas Escrituras Dios nos revela su carácter, su voluntad, su plan y su manera de obrar.
Aunque podemos conocer a Dios, nunca podremos conocerlo completa y absolutamente. Intentarlo sería como tratar de contener toda el agua del mar en una cubeta. Tal cosa es imposible. De la misma manera es imposible que conozcamos a Dios totalmente.
Juan Calvino decía que "lo finito no puede contener o comprender lo infinito". Sin embargo, Dios nos ha permitido conocerle en cierta medida. De hecho, Él mismo nos ha llamado a conocerle.
El apóstol Pablo decía: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (Filipenses 3:8).
A. W. Tozer dijo: “El cristianismo de cualquier época ha sido fuerte o débil dependiendo de su concepto de Dios. E insisto sobre esto y lo he dicho muchas veces, que el problema básico de la iglesia de hoy es su indigna concepción de Dios”.
Siempre que Dios ha hecho una nueva obra o que ha manifestado un avivamiento, primero su pueblo ha sido movido a la oración, a volver a las Escrituras y su entendimiento de la divinidad ha sido renovado.
Josué, quien era el nuevo líder de Israel, comprendía la importancia de esto. Por eso, hizo pasar delante del pueblo el Arca de Dios. En Josué 3:6 leemos lo siguiente: “Y habló Josué a los sacerdotes, diciendo: Tomad el arca del pacto, y pasad delante del pueblo. Y ellos tomaron el arca del pacto y fueron delante del pueblo”.
El Arca del pacto de Dios que debía ir delante de los israelitas, y debe también ir delante de nosotros, encierra un asombroso significado para nuestra vida. En los tiempos del Antiguo Testamento, el Arca representaba la presencia de Dios en medio del pueblo.
Dentro de ella, la cual tenía la forma de una caja alargada, se encontraba en primer lugar una efa de Maná, que era el pan de Dios, la vara de Aron que reverdeció y las tablas de la ley de Dios.
Hebreos 9:4 dice así: “El arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto”. Sin embargo, ¿qué representan estas cosas y cuál es su significado para nosotros el día de hoy?
Estos tres elementos representan algo asombroso. En primer lugar, el maná, que fue el alimento que Dios dio a los israelitas mientras caminaron por el desierto, significa el sustento de Dios para sus hijos y su eterna provisión.
En ocasiones, llegamos a pensar que Dios no tiene interés en las necesidades del día de hoy. Pensamos que Dios está distante e indiferente. Una hermana me dijo hace tiempo: “Pastor, yo tengo muchas necesidades pero me apena decírselas a Dios, porque ¿cómo Él tendría tiempo para alguien como yo?”
Muchas veces, llegamos a pensar cono esta hermana. No obstante, el Dios de la Biblia es un Dios misericordioso, que provee y suple para las necesidades de sus amados. Nunca debemos dudar de la provisión de Dios sino que debemos descansar en que Él ya ha preparado todas las cosas anticipadamente.
La vara de Aarón, representa para nosotros el día de hoy los milagros y la autoridad de Dios. En Números 17:8 leemos lo siguiente: “Y aconteció que el día siguiente vino Moisés al tabernáculo del testimonio; y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras”.
Aunque se trataba de una vara seca y sin vida, Dios hizo que aquella rama reverdeciera y diera fruto. El Dios de la Biblia es un Dios de milagros y maravillas. Como sus hijos, podemos esperar que tales milagros tengan lugar en nuestras vidas el día de hoy.
No debemos vivir como si los milagros no existieran o como si Dios nos hubiera olvidado. Debemos tener la certeza de que Dios obra poderosamente en medio de nosotros el día de hoy.
En tercer lugar, las tablas de la ley que se encontraban en el Arca del pacto representan la rectitud y santidad de Dios. Esta fue la ley que Dios le dio a Moisés. Dios, asimismo, nos ha dado una ley para que vivamos en esta tierra. Se trata de Su Palabra.
En síntesis, al ser hijos de Dios, debemos renovar nuestro entendimiento acerca de quien es nuestro Padre. Es preciso que dejemos de mirar al Señor como un Dios distante y desinteresado. Hay que creer en el Dios providente.
Hay que tener fe en el Dios que revela su autoridad y poder sobre la creación a través de los milagros de gracia y favor. Además, hay que vivir delante del Dios santo, humillándonos diariamente ante Él y llevando vidas santas que le honren.
Antes de cruzar el jordán, Josué dijo al pueblo: “Marcharéis en pos de ella a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir” (Josué 3:4). Esto significa que la presencia de Dios debe dirigir nuestros pasos. Debemos seguir al Señor y entrar en su camino diariamente.
Antes de ser poseedores de nuevas bendiciones, de mejores tiempos y victorias, primero debemos renovar nuestro entendimiento sobre Dios. Quienes lo hagan así poseerán la plena bendición del Señor.
Si deseas recibir los audios de las Meditaciones Ascender en tu celular, envíanos un mensaje de WhatsApp con tu nombre al +5213322061834 ¡Es gratis y siempre lo será!
Comments